12. Parvulario

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No puedo más
con esta carga mental
que me mete la cara
en un estanque
y me deja sin respirar.

Solo veo burbujas en el aire,
estallan
y me salpican millones de miradas.

Siento que me calcinan,
me escuece el alma
y solo puedo absorber mis lágrimas.

Estoy acostumbrada,
siempre las guardo
y las arropo
en la alcoba de mi cuarto.

¿Y las que no caben?
Las catalogo,
las doblo
y las acomodo
encima de mis venas.

Cada que lloro
me entra hipo
y se me hincha el cutis,
tengo alergia,
me da taquicardia
como si estuviese chupando
y esputando
un veneno caducado.

Dame un chupito de belladona,
tráeme la corona
con pinchos
y salgamos a bailar.

Porque estoy acostumbrada
a sollozar en silencio
y después actuar
como si todo fuera espléndido
porque así me inculcaron
desde que iba a parvulario.

No tengas miedo,
solo abrázame
y susúrrame
que nunca te marcharás,
que soy válida,
que derrame mis lágrimas saladas
y que siga intentándolo,
que siga soñando.

Porque a veces uno no quiere
escuchar consejos rancios
solo quiere ser escuchado
y mimado.

Ya que a veces
un simple abrazo
tiene la magia
de volver a recomponerte.

— Janny.

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