11. Protuberancias

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Tengo protuberancias
en la cara,
se asoman
levantando la comisura
de los labios,
no se rinden
y cuelgan su bandera
marcando tierra firme.

¿Por qué son tan feas?
Las veo y solo quiero
arrancarme la piel.

Es horrible
¿por qué los demás se ríen?
¿No ven que estoy hecha
de puras imperfecciones?
¿Qué tiene de bonito
estos monstruos
que rodean mi cuerpo?
¿Y estos remolinos
que alborotan mi pelo?

No lo entiendo,
mis huesos
no tienen calcio
son lánguidos
se balancean
y se columpian
por mi dermis.

Tengo carreteras
que acarician mis caderas,
lo llaman estrías
¿de verdad eso se considera belleza?
Siempre hablan de ellas
como una aberración
y tu mente lo normaliza,
pero cuando las ves
mordiéndote
y estirándote la cintura...
no puedes evitar pensar:
"mi pesadilla
se hizo realidad".

Cómo nos gusta
despreciarnos,
tocar nuestros rollitos
y rozar con nuestros dedos
las imágenes de personas
que consideramos perfectos,
cuando no sabemos
que esas mismas
juegan millones de batallas
de esgrima
para poder vencer su complejo.

A la persona que tú miras,
ya sea con deseo
de tener su cuerpo,
es la misma
que a lo mejor
quiere tener el tuyo
porque lo ve fuera de otro mundo.

Todo sería más sencillo,
si nos prestásemos nuestros ojos
para poder vernos a través de ellos,
repasarnos de otra perspectiva
y quizá
hasta logramos
borrar esos comentarios
transformarlos en cenizas
ya que solo quieren quemarnos.

Quizá todo sería más fácil
si mutáramos,
porque todos los días
hacemos la metamorfosis
ya que a medida que vas creciendo
te vas adaptando,
vas cambiando
y te vas conociendo,
e incluso dicen
que nunca terminas de saber quién
eres.

Porque tenemos tantos disfraces
que cuesta saber
con cuál sientes
y con cuál eres refalsado.

No sé tú
pero yo estoy harta
de ser espuria.

— Janny.

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