Tenía insomnio a las siete de la tarde, por lo que verse al espejo fue un problema. Se encontró tan atractiva que no pudo resistir el impulso de masturbarse dos veces antes de salir.
Confiar envejece.
Aun teniendo pintura azul en los dedos tuvo el orgullo de mostrarse firme frente al retoño. Disipando las crisis, le preguntó a Ricosaurio cómo podía maullar tan bonito. Y desde el confort que ofrece la tercera persona del singular; puedo rescatar que nunca se vio tan sucia, blanca y malvada.
Dada las 15 horas emergió el clúster. Todas esas risas deprimieron mi paleta y tuve que abordar la delincuencia felina para facilitarle una disculpa al embajador. Pero las señales estaban ahí, anticipando el desastre. Primera dama, último peón, cinco mastines combaten a llantos el devenir de las estaciones. Nada me duele más que saltarme las canciones de Laferte sin haber desayunado.
Y mientras los travestis se mecen, las amapolas disocian, los gatos viven y las soledades se cortejan. Me quiero comer el mundo, pero el mundo se acabó el día que cerraron Club Penguin. Este caligrama me llevó diez semanas. Cierto, le llevó diez semanas.
Punta, tacón. Tacón, punta. Pez marginal y pingüino relojero.
Entre mediados de cuaresma dejó de buscarle forma de frutilla.
Entonces se limpió los dedos, saludó de buena gana y se entendió como un sauce.
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Barroco
DiversosCuatro milanesas, un sacerdote. No voy a negar que en algún momento consideré cultivar angustia en macetas de interior. El otro día se me cortó la luz.