Capitulo 34: La Fiesta

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<<<Wendy>>

Después de ese beso y esas palabras sentía mis piernas como de gelatina, casi no podía mantenerme en pie y mucho menos caminar, el calor en mi rostro y en mi vientre eran totalmente insoportables. ¿cómo es que ese hombre era capaz de dejarme en ese estado con un beso? La mujer que iba delante de mi seguramente noto mi malestar y rápidamente se ofreció a tomarme del brazo para que no callera al suelo. ¡Qué vergüenza, ella había visto todo!

Llegamos a un gran salón forrado de pared a pared con piedra de ónix y grandes ventanas que daban vista a un precioso jardín. En ese salón había por lo menos unas 100 mujeres sentadas a la cuales les estaban arreglando el cabello y/o maquillando otras 100 mujeres, lo que sumaba unas 200 mujeres en total frenesí corriendo de aquí para allá cargando: vestidos, joyas, perfumes, flores etcétera.

La mujer que me atendía no hablaba mi idioma y yo hablaba muy poco del suyo, así que casi todo fue a base de señas. Lo primero que hizo fue meterme a una tina de porcelana para que me diera un baño con sales aromáticas y flores, el agua estaba tibia y las burbujas acariciaban mi piel, ¡se sentía delicioso! Al salir de la tina me seco con una gran tolla mullida y me sentó en una silla alta para secar mi cabello con el mismo aparato que soplaba aire tenia Madame Coteau.

Después de uno 40 minutos arreglando mi cabello y aplicándome maquillaje otra chica llego con la caja que contenía el vestido que me dio Tootles. Cuando lo sacaron las 2 mujeres quedaron maravilladas por él, de hecho, algunas otras maquillistas se acercaron para poder verlo mejor.

¡Al fin estaba lista! por desgracia yo no podía ver el resultado porque ahí no había ningún tipo espejo, pero la mujer quedó muy conforme con mi aspecto y con su trabajo. Creo que me dijo algo parecido a "¡tu amante quedará muy complacido!" como un tipo de halago.

Al terminar me llevó a otra habitación alfombrada mucho más pequeña, en la que todas las paredes eran espejos y podía verme por completo de todos los ángulos.

Cuando al fin pude verme no podía creer que la mujer del espejo fuera yo. Me veía hermosa, ¡más hermosa de lo nunca había sido! El vestido era corto de un color rojo intenso con apliques de tela purpura brillante y a pesar de ser muy entallado era absolutamente cómodo (gracias Tootles), mi cabello estaba peinado con una gran trenza, con grandes flores de color rojo y cuentas blancas, el maquille era muy peculiar: mis ojos estaban pintados en verde y negro pero además tenía unas líneas de color rojo en la mejillas y el mentón que pese a la extravagancia de los colores resaltaban a la perfección mis ojos y mi rostro en general. Completando mi atuendo me dieron un par de brazaletes de oro. Nunca me hubiera imaginado que la moda y los colores de ese exótico lugar se me vieran tan bien.

 Nunca me hubiera imaginado que la moda y los colores de ese exótico lugar se me vieran tan bien

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Al terminar la mujer me escolto de regreso al salón de donde había salido. En el salón ya me esperaban Arriaga y Jackson. Ellos vestían pantalones y camisa color naranja con negro, las camisas de ambos estaban complemente abiertas, lo que hizo que me sonroja un poco y me hiciera consiente de que para los estándares ingleses yo también estaba medio desnuda, pero en esa isla esta vestimenta era de lo más ordinaria.

Regreso a Nunca JamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora