24.

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Cuatro y media de la mañana.

Slash no despega su vista del cuerpo de Axl, quien sigue al ritmo de la música, moviendo sus caderas con mucha seguridad gracias al licor en su sistema. Unos chicos se le acercan por detrás, pero sus ojos gatunos se mantienen cerrados, y de vez en cuando los abre solo un poco para hacer contacto visual con el moreno.

Juguetea con su cabello largo y perfecto, viéndose dolorosamente sexy.

Slash rechina los dientes, tomando un vaso cualquiera de por ahí y tragando su contenido.

Se da la vuelta, no sin antes hacer un último contacto visual con el pelirrojo, y se adentra a la casa.

Rose decide seguirlo porque ya es tiempo de su tercer desliz. No sentía vergüenza de admitirlo, pasó toda la noche imaginando el momento que tendría con Slash a solas, porque en serio esperaba que pasara.

Lo buscó en la cocina, en el baño y en el comedor, e iba a bufar de frustración, mas cuando volteó para salir nuevamente al patio, lo vio de espaldas subiendo las escaleras. Se preguntó qué tan imprudente sería meterse a lugares externos en una casa ajena, pues mágicamente la gente respetó una de las pocas reglas que exigió Izzy a los borrachos de esa fiesta, que era: no subir al segundo piso.

Da igual, tampoco es que sea un completo extraño, se dijo a sí mismo, dirigiéndose a las escaleras.

Fue con cuidado, silencioso, ya que tampoco sabía cómo iba a reaccionar el mayor. Escuchó una puerta al final del pasillo cerrarse y supo de inmediato dónde debía ir.

Con la manija en la mano, respiró hondo antes de abrirla, encontrándose con un Slash hojeando unos cuadernos sobre su escritorio.

一¿Pero qué diablos crees que estás haciendo? 一el ruloso le gruñó airado en cuanto lo sintió entrar.

De nuevo, Axl en lugares de su plácido hogar en donde no debería estar.

一Que linda pieza tienes, Hudson 一lo ignoró, observando los muebles blancos que rodeaban la cama del chico. Parecía de revista, una revista minimalista que sin duda le encantaría a su madre.

一¡Fuera, Axl!

Odiaba el hecho de que un hombre precioso estuviera en su cuarto y se sintiera algo nervioso.

Axl negó lento, egocéntrico, elevando la cabeza. Lo miraba con burla, casi en menos, como si pudiera reconocer lo asustado que se sentía Slash por estar a solas. Y el mayor lo supo, sabía que Axl le estaba ganando en esa oportunidad y le enfermó, su orgullo hirvió y la rabia le inundó su sistema.

一¡Fuera te dije! 一lo empujó desde los hombros, no queriendo verse débil o perdedor.

一¡Ay, pero no seas tan bruto! 一reclamó, frunciendo el ceño. Se quedó firme en su lugar, cerca suyo, rehusándose a salir de ahí. Quizás debía cambiar la táctica, quizás esta vez el odio de por medio no era la respuesta一 Mira, quiero ser honesto, y por eso mismo... ¿podríamos...? 一no supo porqué, pero bajó la cabeza avergonzado. Slash lo observó confuso, esperando que siguiera一 ¿Podrías dejar de pelear por un segundo? 一la imagen de un gatito de mejillas coloradas lo golpeó con brusquedad, dejándolo algo mareado一. Me odias, te odio, pero 一volvió al contacto visual, el cual hizo a Slash pasar saliva一, ¿podrías esta vez darme un beso?

En cierto modo Axl tenía miedo de ser rechazado, de que Slash lo mirara con asco y lo sacara a patadas de su habitación, pues sus encuentros siempre pasaban segundos luego de haberse tratado como la mierda y tal vez aquella estrategia más suave lo dejaría en vergüenza.

Aunque cuando un brillo pasó fugazmente por las pupilas ajenas, supo que no tenía nada que temer.

Slash movió sus manos de sus hombros hasta su cuello, acercándolo para besarse una tercera vez. Cerró la puerta como pudo usando su pie y se juntó más con Axl, quien suspiró sobre sus labios, recibiéndolo con los ojos cerrados.

heterocurioso (al peo) | slaxlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora