El primer beso de Jihyo fue a los diecisiéis años. Magnus, su novio del instituto, su primer novio, era la definición de un buen chico: educado, amable y respetuoso. Tenía todo lo que una adolescente podía desear y más. Entonces es normal que Jihyo se fijara en él y le diera una oportunidad.
Cuando empezaron a salir, su historia fue como de cuento de hadas. Sin embargo, después de su primer beso, Jihyo cortó con el príncipe encantador. Parecían ser perfectos el uno para el otro, pero Jihyo se alejó como si él tuviera la peste.
El problema nunca fue Magnus. Jihyo necesitaría de varios años más para comprenderlo.
Su segundo beso fue a los dieciocho años. No hubo novio perfecto en aquella ocasión. Ocurrió el día que Jihyo bebió más de la cuenta en una fiesta con sus compañeros de clase durante su primer año en la universidad. Terminó en una habitación de hotel con un chico que conoció aquella noche y las hormonas se encargaron de que acabara en una cama que no era la suya.
A la mañana siguiente, Jihyo desapareció sin una despedida apropiada. Nada de palabras o notas… Ni siquiera pasó por su cabeza dejar su número para un segundo encuentro. Ella no quería ninguno cuando deseaba desesperadamente olvidar el primero y único.
Por supuesto, eso no ocurrió.
Para su total desgracia, ella siguió reviviendo el momento una y otra vez como una grabación de terror que se reproducía en su cabeza.
A partir de este punto, empezó a sospechar que algo estaba mal con ella.
Algo verdaderamente serio y peligroso.
No quería ser demasiado dura consigo misma, así que dejó de lado los pensamientos autodestructivos e intentó seguir con su vida. Conoció a un puñado de chicos más y, al igual que los dos primeros, ninguno logró una conexión más íntima con ella. Fueron desechados después de que Jihyo los besara por primera vez.
El tiempo siguió pasando y la época universitaria se convirtió en una serie de sucesos monótonos. Jihyo había mantenido una vida sexual discreta sin exceso de restricciones. No deseaba atarse a nadie para evitar distracciones antes de su graduación, pero sabía dónde buscar para quitarse la picazón de vez en cuando.
La única norma, inquebrantable y autoimpuesta, era nunca besar a aquellos con los que se acostaba. Jamás.Una noche de otoño, las amigas de Jihyo la arrastraron a un bar de ambiente para que pudiera experimentar. Siempre la escuchaban decir que “no le interesaba salir con un hombre”, y ellas le dieron su propia interpretación. Jihyo se sintió un poco fuera de lugar, pero tampoco reclamó nada porque ni siquiera sabía por dónde empezar las explicaciones sin que la consideraran una loca.
De ese modo, intentó adaptarse al ambiente y terminó, de alguna forma milagrosa que nunca logró comprender, interesándole a una chica llamada Daisy. Solo conversaron y compartieron un par de bailes durante la madrugada, y luego Jihyo había planeado desaparecer como de costumbre.
Sin embargo, Daisy no se lo permitió y se convirtió en la perseverancia personificada, hasta que finalmente Jihyo se rindió.
“Solo una oportunidad”, se había dicho aquella vez.
Quizás sería diferente con ella. ¿Porque era mujer? Jihyo no estaba segura, pero valía la pena intentarlo. Tampoco es como si hubiera sido indiferente a Daisy todos aquellos meses en los que ella estuvo tratando de conquistarla, así que no supondría un sacrificio.
Era un poco novedoso, porque jamás se imaginó a sí misma mirando a una chica como había mirado a los chicos a lo largo de su vida, pero en definitiva no rechazaba la idea.No iniciaron una relación exactamente. Jihyo nunca pudo ponerle nombre a lo que tuvieron, pero fue decididamente especial.
Al menos hasta que ocurrió de nuevo: su desesperante maldición.Después de un par de citas, es normal que Daisy quisiera besarla, así que Jihyo accedió con el cuerpo tenso, rogando en su interior a todos los dioses habidos y por haber. Cuando finalmente ocurrió, cuando hizo el tan ansiado contacto con los labios de Daisy, Jihyo casi se echó a llorar porque nada fue diferente.
Hombres o mujeres, daba igual a quien besara, siempre pasaba lo mismo y Jihyo había llegado a su límite.
Por tanto, se selló los labios y el corazón de manera permanente. Se negaba a sufrir lo mismo una vez más. Iba a volverse loca si veía más pesadillas.
Y es que, aunque no comprendía el por qué, Jihyo parecía estar maldita. Desde Magnus hasta la encantadora Daisy, y todos los chicos entremedio que conoció en la universidad, no hubo ninguno que no le produjera pesadillas. Literalmente.
Cada vez que besó a alguien, el peor sueño de esa persona se manifestaba en la mente de Jihyo como una película de cine negro. La imágenes eran tan vívidas y espantosas que nunca fue capaz de volver a mirar a los ojos a aquellos a los que besó, con miedo a ver algo más profundo y bizarro.
Entonces sí, es normal que Jihyo no quiera besar a nadie.
Y sí, tampoco quiere enamorarse.
Sin embargo, ¿las emociones son tan fáciles de dominar? ¿Qué pasaría si conoce a la persona de sus sueños, de esos que son buenos y te hacen suspirar, pero por temor a las pesadillas no puede acercarse a ella del modo que le gustaría?
Con un historial tan terrible de besos inolvidables, la aparición de Minatozaki Sana, que parece ser la personificación de todo lo que Jihyo ha deseado siempre, se vuelve la peor de sus pesadillas.
* * *
Mi mente rebosa de ideas, así que traigo esta a pesar de que tengo otras historias en emisión jajaja (me disculpo)
Ha llegado el fic sahyo de romance con toques de fantasía que nadie pidió pero todos necesitábamos jajajaja. Dadle amorcito al prólogo y actualizo el primer capítulo prontito :)
Psdt: ¿alguien que me regale una portada más bonita que la actual? TnT
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Besos inolvidables ➳ sahyo
Teen FictionJihyo tiene un problema, aunque ella lo considera más bien una maldición. Es también la razón por la que jura no entablar una relación romántica jamás, de modo que enamorarse tampoco es uno de sus deseos. Está bien sola y así planea quedarse el rest...