45

13 1 0
                                    

Déjame decir...

|

Damon

—Siento que estás muy concentrado en tus cosas.

—¿En qué más voy a centrarme? —respondo serio.

—Me refiero al montón de cosas que llevas encima.

—Estoy bien así —tecleo unas cosas frunciendo el ceño y preguntándome por qué me pareció buena idea tomar el lugar de Piero mientras se toma un descanso.

Semana de mierda.

—Te falta algo de distracción.

Suelto aire por la nariz. Por fin levanto la vista a la chica pelirroja frente a mí. No se cansa.

—¿Qué necesitas?

Sube los hombros jugando con mi lapicera.

—Estoy aburrida.

—Yo no. Cómo dijiste tengo muchas cosas encima. ¿Puedes dejarme? Gracias —vuelvo al computador.

—¿Por qué eres tan amargado? —se enoja y le ruego paciencia a Dios. Sé que de por sí ya soy una persona odiosa, pero está chica me saca de quicio molestando en el momento menos indicado.

—Estoy ocupado, Cooper, también necesitó estudiar ¿En serio no puedes venir en un momento que esté libre?

—Al menos podrías dejar de llamarme por mi apellido.

No quiero porque sólo recuerdo cosas que quisiera estuvieran más que enterradas, siendo totalmente insignificantes, pero no.

Karma de mierda.

La observo imposible y ella parpadea varias veces esperando que hable.

—Ok... —eleva una ceja y respiro hondo—, Lisbeth.

Sonríe satisfecha. Del tiempo que nos conocemos es la primera vez que la llamó así. El nombre me pesa decirlo.

—¿Tienes traumas con el nombre?

—Tal vez.

—¿Te rompieron en el corazón?

—Yo lo hice con ella.

—¿Y de dónde viene el trauma?

—Deja.

—El viernes es tu cumpleaños —menciona, entendiendo que no voy a hablar del tema.

—¿Sí? Ni sabía.

—¿Salimos?

—Hablamos luego —contesto para quitármela de encima.

—Eres un idiota.

La miro fulminante.

—Hablamos luego —repito, severo.

Se pone de pie molesta y sale de la oficina con un portazo.

Esto me pasa por cogérmela.

Cierro la laptop con un bostezo y entierro los dedos en mi cabello.

No sé en qué momento me pareció buena idea estudiar artes plásticas antes que administración de empresas.

Me voy a volver loco.

Mi celular comienza a timbrar y le contesto a Sandra mientras busco algo de comida en la nevera. No quiero cocinar y la mujer que suele ayudarme tiene toda la semana.

Pisando los erroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora