Solo Mío [Kiribaku]

CAPITULO 4: Solo conmigo

❣️El deseo de probar tu piel me consume, cual llamas ardientes en una fogata❣️
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Entre tropiezos y pasos desesperados ambos entraron a la habitación del peliazul. Kirishima cerró la puerta trás de si y en ella acorraló a bakugo. Lo tomó de los muslo y al elevarlo, las piernas del azabache se enrollaron en sus caderas.

Sus bocas se unieron en un profundo y pasional beso. Un beso, donde kirishima era quien tenia todo el mando. Su lengua entraba en la cavidad de la ajena y profanaba descaradamente cada rincón de esta. Esos besos eran tan exquisitos y calientes que dejaban a bakugo sin aliento, pero, por nada del mundo deseaba pararlos.

Era la primera vez que bakugo besaba a alguien, y saber que kirishima era la primera persona con quién estaba haciéndolo, lo hacía feliz. El azabache quería pertenecerle completamente al peliazul, todo su corazón, todo su amor, toda su pasión y su cariño le pertenecían al chico con dientes de tiburon que le estaba devorando la boca. Sus labios encajaban perfectamente con los de kirishima, y por instintos se movían sincronizados.

Haciendo sentir a katsuki que Eijiro era su alma gemela.

Al quedarse sin aire ambos se separaron de aquel excitante beso. La boca de kirishima bajó hasta su cuello, donde lo mordisqueó a su antojo, bakugo al sentir las mordidas que el peliazul repartía por su piel se arqueó en la pared de lo exquisito que se sentia tener a kirishima haciendo lo que quisiera con él.

--Ah~ k-kirishima... --gimió katsuki al sentir las manos del peliazul apretarle los muslos.

Al tener esos gemidos contra su oido, kirishima  no pudo contenerse más. Llevó a bakugo hacia su cama donde sin ninguna pizca de delicadeza lo tiró, asiendo que katsuki rebotara en esta al caer. Al tenerlo acostado, con su mano empezó a desabotonar cada uno de los botones de la camisa del azabache. Bakugo veia a kirishima con los ojos vidriosos por la excitación, pero no se oponía ante nada que el chico de sus sueños le pidiera.

--Mira esos sexys y hermosos pectorales... --su camisa estaba completamente abierta dejando a la vista todo su sensual cuerpo--. Algún día habra que verificar si sabes hacer rusas con ellos.

El rostro del azabache se tiñó de un intenso rojo, con solo oir las peticiones de kirishima. Eso solo significaba que al mayor le estaba gustando lo que hacían.

El hermoso y perfecto cuerpo de katsuki era simplemente un gozo visual para kirishima. Desde su pequeña cintura, su marcado abdomen hasta sus grandes pectorales... Todo en bakugo lo estaba calentando demasiado.

--K-kirishima... Toca todo lo que quieras de mi... --dijo katsuki de manera desesperada. Dejándole saber a su peliazul que podía hacer lo que quisiera con él.

Kirishima sonrió al escuchar las súplicas del menor, se notaba lo excitado y desesperado que estaba, ansiando lo con todas sus fuerzas. Relamió sus labios al ver como el pecho de bakugo subía y bajaba rapidamente por lo agitado que estaba. Su mirada viajó por todo el cuerpo de bakugo, notando como su miembro ya hacia bulto en sus pantalones.

--Abre las piernas.

Y como su orden pedia, katsuki obedeció. Abrió las piernas para que kirishima se acomodara entre ellas, sintiendo como esas grandes manos se colocaban una en cada pectoral y comenzaban a apretarlos de manera ruda. Ese dolor que le causaba cuando kirishima ejercía presión en su pecho, lo calentaba de sobremanera.

Los gemidos se intensificaron llenando de esos eroticos sonidos toda la habitación. Pronto las manos en sus pectorales fueron reemplazadas por la boca del peliazul. Kirishima no era para nada cariñoso con él, pellizcaba sus pezones, los mordía todo tan bruscamente y eso no molestaba a bakugo en absoluto. Lo único que el azabache sentía era felicidad por ser él quién estuviera haciendo eso con kirishima.