Blackwood vs Bracken | HOTD

III

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Aeron permanecía en medio del bullicioso mercado, con el hombre aún postrado a sus pies, rogando su perdón desesperadamente.

 
Estaba hipnotizado, completamente fascinado por la situación. Tenía el poder en la palma de su mano y en las palabras que salieran de su boca. En ese instante, Aeron se preguntó si alguna vez se había sentido tan omnipotente y poderoso, y la respuesta fue un rotundo no.

Sentía un hormigueo de emoción recorriendo su cuerpo, una mezcla de nervios y exaltación al anticipar la reacción de la multitud.

Nunca antes había experimentado una sensación tan intensa de control y dominio sobre los demás. Aeron quería quitarse su capa y dejar que todos vieran lo que era, demostrar su poder, sin importar que este no fuera un Alfa "verdadero". Sin embargo, justo cuando iba a pronunciar las palabras que sellarían el destino de aquel cerdo, el Blackwood ajustó su capa que había empezado a deslizarse.

—¿Qué deseas hacer?—inquirió de nuevo, como una serpiente en su oído, incitandolo a pecar.
Al levantar la vista para observar a quien se había convertido en un símbolo de tentación, se dio cuenta de que la multitud a su alrededor había crecido considerablemente. Todos observaban atentamente, pendientes de su decisión, pero el temor en sus ojos era evidente, nadie osaba intervenir.

Pero tampoco nadie se iba.

Era como si el morbo de presenciar el destino de un hombre, humillado y rogando por su vida, mantuviera a los ciudadanos anclados en el lugar. Los murmullos recorrían la multitud, susurrando con especulación y nerviosismo. Algunos observaban con una mezcla de fascinación y repulsión, mientras otros apenas podían contener su ansiedad, sus miradas oscilando entre Aeron y el hombre a sus pies.

Era una escena macabra, una que mostraba cómo la naturaleza humana podía ser atraída por el espectáculo del sufrimiento ajeno, cegando a la gente ante la crueldad y el dolor real del momento.
Fue entonces cuando Aeron se preguntó cuánto poder debía poseer el alfa de ojos oscuros. No solo lideraba a los caballeros Blackwood con mano firme, sino que su mera presencia era suficiente para infundir miedo en los corazones de aquellos a su alrededor.

—No morirás.—pronunció sus palabras lentamente saboreando cada una de éstas. —Eso sería demasiado misericordioso para un cerdo. —su mirada que había permanecido en el hombre arrodillado se dirigió al alfa de ojos oscuros. —Que le corten la verga y que sirva de alimento para los cuervos.

El viejo chilló pidiendo clemencia mientras había sido tomado por sus hombros por dos caballeros que había observado acompañar al Blackwood. Esté les hizo una seña y estos se alejaron con el viejo a rastras.

Aeron los siguió con la vista aún oculta detrás de la capa, ¿se arrepintió de su decisión?, no. El solo había hecho lo correcto.

Estaba inmerso en sus pensamientos hasta que sintió una mano rodeando su cintura. No tuvo que voltear para saber de quién se trataba. El omega lo empujo inmediatamente y este ni se inmuto para luego soltarlo por voluntad.