Carolina, a sus 17 años, vive y respira por la música. Sueña con brillar en un escenario, sin importar las dudas que puedan rodearla. Todo cambia cuando se encuentra con un Sardelli, cuya presencia se convierte en un faro en su camino hacia cumplir...
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-Ni se te ocurra cruzar por esa puerta Carolina porque te vas a arrepentir.
Protestó mi progenitora, una mujer testaruda que rompe sueños. No le presté atención y me dediqué a ponerme mis auriculares para salir por la puerta con el estuche de mi guitarra, en la que había tantos sentimientos guardados. Era una Gibson les paul negra para mis ojos esa guitarra era de en sueños.
Al salir, había un auto esperándome donde estaban todos mis amigos de el provenía la melodía de los redondos, entusiasmados. Era un Volkswagen Gol Trend color rojo, el cual usaba el papá de Matheo de vez en cuando para estas ocasiones.
-¿Y Caro, te deja tu mamá?, dale que llegamos tarde al bar para tocar", dijo una amiga mía con tono encantado.
-No, no me deja, pero no me importa. Yo tengo que ir, así que hagan espacio que tengo que poner la guitarra.
-Además, Emma está con mi abuela, así que no me preocupo porque viene mañana recién.
Emma es mi hermana chica, no tiene más de 6 años, y es la única razón por la cual todavía no me mudo de mi casa.
Mis amigos me necesitaban ahí, ya que éramos una de las bandas que iba a presentarse aquella noche cálida de Buenos Aires. Yo era la guitarrista principal, así que no podía ausentarme.
Mi mamá no estaba para nada de acuerdo, ya que ella decía que no llegaría a nada y arruinaría completamente mi futuro y mi carrera. Lástima que mi cabeza ya estaba metida en la música y no iba a salir de eso, ya que en un futuro me quiero dedicar a eso. Quiero que tengamos nuestra banda, algo que nos llevó a discusiones fuertes y largas que duraron días, incluso semanas.
Nuestra relación nunca fue la mejor, ya que ella nunca me apoyó en nada y siempre tuvo un "pero" para todo lo que yo hacía y dejaba de hacer. No solo era mi futuro y la música, sino que también siempre estaba Emma, mi hermana, que no odio, solo que estropea los compromisos que tengo con la banda y me complica el ir a tocar.
Por suerte, mi abuela la está cuidando ahora unos días y no me tengo que preocupar.
Si hablamos de mi papá, tengo una buena relación con él, aunque trabaje mucho siempre estuvo ahí. Hablamos seguido y él me apoya en esto de la música y cree que llegaré a algo. Yo también lo creo. Él me compró mi primera guitarra, que fue una acústica negra.
Mientras el auto avanzaba, sonaba de fondo "Motor psico" de Los Redondos, mientras yo me perdía en mis pensamientos mirando por la ventana del auto, mientras mis amigos gritaban "¡Dale que hoy rompemos el Star Rock y nos perdemos!", vociferando como animales y ganándose la risa mía y de mis amigas.
-Eh, ya estamos llegando. Me dijeron que el lugar es medio cheto. No se enojen si algún cheto se les quiere hacer el vivo. Cualquier cosa nos avisan. dijo Matheo, el bajista, que toca muy bien y es un buen amigo.
