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- Ni lo sueñes - se negaba rotundamente.

- ¿Por qué? - la rubia no conseguía entender la visión de su madrastra. Nunca le dejaba hacer nada. ¿Tanto odio le tenía?

- ¿Para qué irías a la fiesta de la princesa? No pintas nada allí.

- No sé... para conocer a gente y eso... - decía insegura.

- ¿Tú? ¿Conocer a quién? La gente es una pérdida de tiempo, Alba. Cuánto antes entiendas eso, mejor te irá en la vida. Crees haber encontrado a las personas adecuadas y, de repente, te dan una puñalada por la espalda.

- ¿Qué pasa? - entró el hermano mayor en el salón.

- Nada, cariño, solo le comentaba a Alba que el baile real no es para gente como ella. 

Joan soltó una carcajada.

- ¿Para qué querrías ir al baile? Por si no lo sabes, el motivo por el que se celebra es para buscarle esposo a la princesa. 

- Es por eso que voy a lucir mi mejor traje de chaqueta - añadió Carlos, su otro hermanastro.

Alba rodó los ojos ante la panda de imbéciles que tenía delante y se dirigió de nuevo a su madrastra.

- Prometo no volver tarde, solo estaré un ratito. María va. - tal vez así le dejaba ir.

- Seguro que ha sido esa malcriada la que te ha convencido para ir. Te tengo dicho que no me gusta nada esa chica para ti, deberías buscarte otras amigas.

- Si me dejaras salir un poco más... - farfulló Alba por lo bajo para que su madrastra no se enterara.

- ¿Qué has dicho? - su rostro se tornó enfadado a pesar de no haber entendido lo que dijo.

- Nada... Solo... porfa, déjame ir. A Joan y a Carlos les dejas.

- Te he dicho que no. De hecho, vas a ser tú quien cuide la casa mientras Carlos y Joan están en el baile. He quedado con mi hermana, hace tiempo que no nos vemos y aprovecharé para cenar con ella. Llegaré sobre las 12 de la noche así que más te vale que todo esté en orden. Y nada de invitados a casa - advirtió aun sabiendo que Alba no tenía gente a quien traer.

La rubia suspiró y se fue a su habitación sin debatir más el tema. Era absurdo hacerlo.

Se lo comentó a su amiga y esta le propuso que llevase una máscara para que sus hermanastros no la reconocieran. Además de estar de vuelta en casa a las 12 y, así, su madrina no sospecharía nada.

- Creo que es inútil, me van a reconocer, solo te tapa una parte de la cara.

- A Ladybug no la reconocen - argumentó

Alba no pudo evitar reírse.

- Eres tontísima

Así fue como el plan se puso en marcha. El día de la ceremonia Alba esperó a que todos se fueran de la casa para prepararse. Para no perder mucho tiempo, se puso el primer vestido blanco que encontró ceñido al cuerpo y un antifaz de color rosa bastante llamativo que se encargó María de comprarle. 

Genial, ahora todo el mundo me mirará por llevar esta cosa tan colorida. Mira que le dije que la comprara blanca.

Se recogió el pelo en un moño y se puso el complemento en la cara durante todo el camino para que nadie la reconociera por la calle y tuviese la maldad de chivarse a su madrastra.

Una vez se encontraba delante de la puerta del palacio real se empezó a arrepentir. Tal vez  Noemí tenía razón y no pintaba nada allí.

Al entrar y ver tanta gente se planteó volver a su casa, pero ya estaba allí y no había preparado todo para nada.

La gran mayoría de personas que habían asistido eran de género masculino. Aunque había alguna que otra mujer en el evento. Seguramente por el chisme o por acompañamiento. 

Lo peor de todo era la cantidad de miradas que recibía por llevar la máscara puesta. Tampoco era de extrañar. Era más que obvio que recibiría todo tipo de miradas una vez que cruzase la puerta.

Qué vergüenza, dios mío, todo el mundo me está mirando. ¡Tú que miras con el pedazo de bigote ese que me traes, que parece una ardilla!

- Ostia puta - farfulló al ver a sus hermanastros a escasos metros de ella.

Se dio la vuelta para que no la vieran y acabó chocándose torpemente con un camarero. Por suerte, este tenía bastante agilidad y evitó que se cayeran las copas.

- Perdón... - dijo al ver la mala cara que le puso el señor.

Estaba agobiada porque nada más que habían pasado 10 minutos desde que había llegado y ya la estaba liando. Así solo conseguiría que todo su alrededor le mirase aún más pero por el jaleo que estaba armando. Fue así como decidió salir a tomar el aire por la primera entrada que vio al exterior y apartarse un poco de aquel bullicio de gente.

Esta le llevó a un hermoso jardín, pero para poder acceder a él era necesario bajar por las escaleras de aquella especie de balcón, si es que se podía llamar así.

Tras unos minutos sola, llegó a la conclusión de que, definitivamente, no debía haber ido. Seguramente que con su mala suerte la pillaban sus hermanastros y se chivaban a su madre.

- Genial, gracias María por convencerme de este magnífico plan. Estoy conociendo a muchas personas, sí - maldijo cagándose en su amiga, el baile real y su madrastra.  

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⏰ Última actualización: Aug 28 ⏰

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