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- No puedes seguir así - decía María dando un sorbo a la cerveza.

- Ya... ¿Pero qué hago si no?

- Vete.

- ¿Cómo me voy a ir, Mari? Si no tengo trabajo para pagarme un piso.

- Es que me da rabia, ni que fueras su criada.

- Es lo que me ha tocado - se encogió de hombros.

- Vente a vivir conmigo - sugirió.

- Ya hemos hablado de esto muchas veces y siempre te voy a decir que no. Tu madre ya tiene bastante con tener que cuidarte a ti y a tus tres hermanas. Son muchos gastos y yo no puedo aportar dinero porque como te acabo de decir, repito, no tengo trabajo.

- En fin, cambiando de tema - sabía que la conversación ya no iba a ningún lado y prefería no hacer enfadar a la rubia - ¿Te has enterado de lo de la princesa? - se abalanzó sobre la mesa creando más intriga.

- ¿El qué?

- Por fin vamos a saber cómo es. Al parecer, los reyes organizan un baile para buscarle matrimonio.

- No jodas, ¿Pero cuántos años tiene? - preguntó Alba sorprendida.

- Tendrá seguramente la misma que la nuestra, 20 o 21 años.

- ¿Te imaginas casarte a esta edad? Me muero, que horror - por su cabeza pasó la imagen de ella viviendo en una humilde casita, casada con dos hijos y descartó rápidamente la idea. No estaba preparada para algo así todavía.

- Será un horror casarse ahora pero no ligar un poquito - levantaba las cejas juguetona - es por eso que deberíamos asistir al baile - propuso victoriosa por lo maravilloso que le sonaba el plan.

- ¿Perdón? - Alba no pensaba igual. De hecho, le parecía hasta ridículo.

- Sí, tía, imagínalo. Eso va a estar llenito de gente - dijo mientras chocaba su pulgar con el resto de sus dedos dando a entender que habría una gran cantidad de personas en aquel lugar.

- Gente que se quiere casar con la princesa - le cortó.

- Anda ya, seguro que más de una persona se echa para atrás cuando la vea. No quiero decir que sea fea pero no puede pretender gustarle a todo el mundo - se encogió de hombros - ahí es donde entramos tú y yo.

- ¿Y por qué nos dejarían entrar?

- Por la simple razón de que es de puertas abiertas. ¿Qué me dices? ¿Te apuntas? - preguntó juguetona - aún no han anunciado el día pero seguro que cae en fin de semana para que asista mucha más gente.
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- Joder, cae en un puto martes - se quejaba María a través de la línea de teléfono dos días después.

- Pues ya está, el destino no quiere que vayamos - en cierta parte Alba se alegraba, no tenía muchas ganas de asistir al evento.

- Ah, no, tú vas. La que tiene trabajo soy yo. Así que vas a ponerte guapita y vas a ir al baile.

- Qué dices, qué vergüenza. No pienso ir sola.

- ¿Pero por qué, Alba? ¿Tú sabes la de gente que irá?

- Y a mí eso qué me importa - se tiró a la cama un poco cansada de la insistencia de su amiga.

- Te importa muchísimo. ¿Hace cuánto que no follas?

- ¡Alaaaa! - abrió mucho los ojos ante las ocurrencias de María.

- Respondo yo por ti, desde que lo dejaste con Isaac que fue hace un año.

- ¿Y tú qué sabrás?

María se quedó en silencio dándole a entender que claramente lo sabía, se contaban todo. Tampoco es que su amiga se relacionase con mucha más gente que no fuera ella.

- No estoy interesada, Mari. Además, ya sabes que primero tengo que establecer un vínculo con la persona.

- Y este es el momento perfecto para que lo establezcas. Qué mejor que un baile real para conocer a tu futura pareja - dijo risueña.

- Se te olvida que la que busca pareja es la princesa, no yo. Yo estoy muy bien soltera

- ¡La princesa! - la ignoró - ¿No te da intriga saber cómo es?

- Luego la veré en la tele - dijo con indiferencia.

- Pero la oportunidad de estar ante los reyes alguna vez en tu vida es casi nula. Esa gente son como vampiros, ¡Nunca salen del palacio! ¿Y si tienen un mayordomo buenorro?

- No me importan los reyes ni el mayordomo buenorro.

- Mira, Alba, dejando la broma a un lado. Creo que deberías ir, te viene bien para conocer gente nueva, y hablo de amistad y contactos en sí - recalcó por si acaso - hacer algo diferente a lo de siempre, disfrutar aunque sea un rato de una fiesta que no volverá a ocurrir... No sé, creo que será interesante. Además... Tengo un buen presentimiento - sonrió pillina aunque Alba no pudiese verle

- Bfff, está bien - se acabó rindiendo sabiendo que era imposible convencer a su amiga

- ¡Bien!

- Solo me falta convencer a mi madrastra para que me deje ir después de limpiar esta puta casa.

- Seguro que te dejará, es el baile de la princesa, no de Pepa la frutera.

Baile de Máscaras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora