Prólogo.

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Salí del trabajo luego de un largo día, estaba cansada física y mentalmente... Realmente necesitaba unas vacaciones eternas. Me dirijo al paradero y para mi fortuna mi camión aparece luego de unos minutos.
Al llegar a mi departamento sólo puedo suspirar de alivio, entró y al encender la luz me quedo paralizada al ver a una persona dormida en mi sofa.

—Maldición... ¿Qué haces aquí? —camino hacia la persona y la zarandeó

—¡Cinco minutos más!

—¡Dylan! —siseo —Levantate...

Mi hermano abre los ojos algo desorientado, busca con la mirada y al verme sonríe —Ah, eres tú... —susurra antes de volver a dormirse.

Rodando los ojos suspiro. —¿Cómo entraste?

—Tú me diste las llaves.

Le miro extrañada —¿Cuándo?

—El dia que saliste con el panzón de tu compañero de trabajo.

Sacudo la cabeza para alejar esos recuerdos y niego energéticamente —No te di nada.

—¿Ah no? Ups... —bosteza

—Dylan largo... —siseo

—Acabo de llegar de Rusia ¿y así me recibes? —él niega aún con los ojos cerrados —Muy mal hermanita.

Genial, es un caso perdido —Joder... —alejándome de él le grito —¡Haz lo que quieras! —entró a mi habitación con el unico objetivo de dormir, cierro y me tiro a la cama. —Bruto...

[...]

Cuando despierto siento olor a café y tocino. Salgo de mi habitación y me dirigió a la cocina para ver a mi hermano terminado de cocinar.

—¿Cocinas? —preguntó intrigada mientras tomó asiento en la isla.

—Cuando vivía solo si... —Dylan me mira antes de sonreirme. En cuanto termina deja delante de mi un plato de huevos estrellados con tocino y una taza de café con leche.

—Gracias... —sonrío

—Lamento no haberte llamado, tampoco tuve tiempo.

Eso si me tenía intrigada —¿A qué has venido?

—¿Ya me quieres sacar? —mi hermano con media sonrisa alza una ceja

—Tal vez... —sonrío —Es un largo viaje venir desde Rusia...

—Vine por trabajo... —bosteza —llegué en la madrugada y no termine hasta que todo estuviera bien planeado.

—¿Realmente viniste por trabajo o a ligar?

—¿Por quién me tomas? —Dylan me mira con asombro

Me encojo de hombros y muerdo un pan tostado que hay en la mesa. —Las bragas naranjas neón que hay en mi habitación no son mi talla.

Dylan estalla en risa. —Ah...

—Idiota. —le regaño

—Lo siento, tenia estrés.

—Vaya manera de manejarlo. —pongo los ojos en blanco.

—¿Te digo algo hermanita? —no le contesto sabiendo que dirá una pendejada, y aún así continúa hablando —Las rusas, francesas, norteamericanas tienen lo suyo, pero nada como las latinas...

—¿Qué hay de diferente? —ladeó la cabeza hacia la izquierda —Las latinas somos unas cabronas busca pleitos...

—Peeerfección.

Rodando los ojos rio —Ahora entiendo que eres masoquista... —le saco la lengua y él me devuelve el gesto.

—Te extrañe Amanda...

—Yo igual... Y antes que te vayas sacas las bragas de mi cuarto. Puaj'.

—Vale...

—Voy a cambiar de departamento o de cerradura para evitar cosas como estas en un futuro... —comentó retomando mi desayuno.

—Ni lo intentes hermanita, siempre te lograré clonar las llaves.

Lo unico que odiaba de Dylan era que trabajase para la policía en Rusia, era uno de los agentes más eficaces, desde pequeños siempre le gusto lo que era la justicia y las leyes, creían todos que seria abogado pero término ganando una beca en Rusia para estudiar en la academia de policías. Mientras que yo me quede para trabajar de maestra de idiomas en una preparatoria.

—Amanda vamos a Rusia... —me suelta mi hermano de pronto mientras me mira con detenimiento.

—No, jamás... —niego

—¿Por qué?

—Me gusta mi país, no me iría por nada del mundo... Tengo el proyecto de irme a vivir a un pueblo, así ayudaría a muchas personas que no tienen acceso a una buena educación.

—Al menos de visita...

Suspirando lo pienso. —Ya he ido...

—¡Hace 5 años! —ríe

Me encojo de hombros —Pero fui...

—Ay Amanda, eres imposible.

—¿A qué has venido realmente?

—A buscarte... —me confiesa al fin

Frunzo el ceño —¿Para?

—Tengo que pedirte un favor, ya que estudiaste idiomas.

—A caray, eso si me interesa. Desembucha...

—A la central le llego una carta, no la hemos podido descifrar y aún no sabemos en quién confiar para hacerlo.

—¿Algo más? —me remuevo en la silla atenta

Dylan alza una ceja divertido —¿Quieres saber más?

—¡Claro! Sin duda es un buen chisme.

—Tienes que venir conmigo a Rusia.

—Para eso pueden buscar a una persona capaz de leer la carta.

—Lo sé, pero queremos a alguien de suma confianza, después de todo tú...

—No voy a dejar de ir a la escuela Dylan. —le detengo, se lo que dirá y no quiero que lo diga.

—Pide que alguien te supla.

—No sé... Es... Complicado. —me muerdo el labio.

—¡Por favor! —mi hermano junta las manos a modo de suplica —¿Siiiiiiii?

Bufando niego —Vamos a comer y luego te digo.

—¡Eso! —me sonríe de oreja a oreja

Cambio De Vida... |Trilogía Encrucijada #1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora