𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 3.

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𝐋𝐔𝐉𝐔𝐑Í𝐀 𝐘 𝐏𝐀𝐒𝐈𝐎́𝐍 𝐄𝐑𝐀𝐍 𝐃𝐎𝐒 𝐂𝐎𝐒𝐀𝐒 que Aemond conocía perfectamente

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𝐋𝐔𝐉𝐔𝐑Í𝐀 𝐘 𝐏𝐀𝐒𝐈𝐎́𝐍 𝐄𝐑𝐀𝐍 𝐃𝐎𝐒 𝐂𝐎𝐒𝐀𝐒 que Aemond conocía perfectamente. Ni todas las putas con sus extravagantes ropas y personalidades atrevidas del reino habían logrado provocar lo que Lucerys Targaryen le había hecho desde que lo conoció. No era necesario que Lucerys expusiera su piel para anhelar tocarla, no necesitaba besarle para darle aliento, su sola presencia lo tentaba. Moría por él. Su sonrisa y sus ojos eran la luz en esa sombría mansión que se caía a pedazos como él, quería salvarlo.

Sus corazones latían rápidamente. No sabían lo que hacían, no creían en las consecuencias. Por un momento, se querían sentir los únicos en el mundo, impotentes ante cualquiera. No existían los castigos, solo buscaban sobrevivir en ese abismo de infinitas emociones del cual no podían salir desde hace meses. Trataron de no pensar en ello, de olvidar las miradas, las sonrisas, los coqueteos, era inútil, ya no podían ser salvados. Eran esclavos de sus propios deseos, dejaron de existir esos tormentos cuando descubrieron su naturaleza ardiente. Esto iba a doler.

— Por favor, tío, lo deseo. — repitió Lucerys al no recibir respuesta de él.

— ¿Qué deseas, Lucerys?— susurró como si temiera que alguien los descubriera.

— Quédate a mi lado, por favor. No quiero que te vayas. Yo...— suspiró, decía todo tan rápido por la vergüenza hablar. El retrato de Alicent se encontraba justo frente a Aemond.— ¡deseo tu presencia!

El sonrojo de Lucerys hacía sonreír a su tío.

— ¿Por qué? - siguió con los susurros.— ¿Por qué desearías tener cerca a alguien como yo?.

— A tu lado es diferente. Tu presencia me da conformidad...— suspiró.— podemos no hablar y aun así me haces sentir acompañado. He estado tanto tiempo solo, que lo único que he añorado por las tardes es tu sonrisa. — rió ante lo que iba a decir.— tus comentarios sarcásticos sobre esos señores y tus grandes conocimientos, que estoy seguro me tomará años aprender de tí. Todo eso, tío, me hace desear tu presencia.

Tal vez lo que aquella bruja le había dicho era cierto. La noche es la verdad, es romántica, es el único momento en el que tenemos el coraje para decir y hacer lo que tanto nos ha pedido nuestro corazón, pero que no seríamos capaces de hacer a la luz del día donde podríamos ser expuestos. Sin la noche no podríamos sobrevivir, moriríamos con nuestros deseos más profundos enterrados, pues de que sirve vivir si es para callar eternamente.

— Entonces no te volveré a hacer esperar más. — Ambos sonrieron. Lo admitía, admiraba a Lucerys, su franqueza.— Quisiera ser como tú, mi pequeño.

Aemond, el gran Aemond Targaryen deseaba ser como él. Aun no tenía claro cuál era la razón de por qué su tío desea ser como él.

— No comprendo, tío. — Aemond solo tocó su mejilla con su palma derecha

𝐖𝐈𝐓𝐇 𝐓𝐇𝐄 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓 𝐂𝐀𝐏𝐓𝐔𝐑𝐄𝐃 [𝐋𝐔𝐂𝐄𝐌𝐎𝐍𝐃]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora