Un Nombre Para Una Placa

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Escrito el 25 de Julio del 2024.

Palabras: 7607

Advertencias: Contenido sexual explícito.

NOTAS: No hay descripciones genitales para Jonathan, está a su imaginación si tiene vulva o pene.

NOTAS: No hay descripciones genitales para Jonathan, está a su imaginación si tiene vulva o pene

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El Doctor Jonathan Crane tenía una solución a todos los problemas de Edward Nashton. Era bastante sencillo de aplicar si uno no tenía nada en la cabeza más que todos los problemas.

Su consejo número uno era: asustarlos a todos.

¿Las personas lo empujaban y tiraban al suelo en la estación del metro? Asústalos a todos, haciendo que se alejen de ti y te den espacio para caminar. ¿La fila para ir a comprar un café era larga? Asústalos a todos hasta que salgan corriendo. ¿Sus compañeros incompetentes del trabajo se burlaban de él? Asústalos a todos hasta que no se atrevan ni a mirarte a los ojos.

Claro, no era un consejo profesional que daría un doctor en una oficina de un hospital. Pero Edward no era un paciente suyo; era su pareja, y ahora mismo, estaba en su cocina cenando la sopa de tomate que le preparó para consolarlo.

Deberías aterrorizarlo.

—Me sobran las ganas —Edward contestó. Terminó su vaso de agua.

Al ver su plato vacío, Jonathan le preguntó —: ¿Quieres más pan de ajo o sopa? ¿Agua? 

Edward negó con su cabeza, limpiando su boca con una servilleta—. Mm. No, gracias, cielo. Estoy lleno. Todo estuvo muy rico. Te lo agradezco, en verdad lo necesitaba. No quería llegar a mi departamento y cenar fideos instantáneos después de lo de hoy —dijo lo último con vergüenza.

Jonathan le sonrió compasivo y se levantó de la pequeña mesa para recoger los platos y el vaso. Él había comido tarde por lo que no le dio hambre para la cena, solo cocinó para Edward.

—Oh, déjame ayudarte —Edward le interrumpió—. Yo los lavo.

—No, no. No te preocupes. Yo lo hago —dijo, decidido, y empujó delicadamente a Edward devuelta a su silla.

—Pero tú cocinaste...

—Sí, exacto. Fue un detalle para ti porque preguntaste si podías venir. No quiero cobrártelo con darte la tarea de lavarlos —explicó y llevó todo al fregadero. Se subió las mangas de su camisa para abrir la llave y lavar los platos—. Puedes seguir contándome de tu jefe o lo que sea que sea. Te escucho.

Edward suspiró y echó su cabeza hacia atrás—. Mi líder de caso... Es un idiota inexperto. Él lleva solo cinco meses. Yo llevo cinco años en el mismo puesto sin ser promovido. No sé cómo es él quien me supervisa cuando seguramente no entiende la mitad de los números que hago.

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