'En mi solitud,
estoy rezando,
querido Dios en lo alto,
devuélveme a mi amor.'Antes de que el albor de la mañana marcase el necesario comienzo de un nuevo día, Zhongli se revolvió en la cama y abrió los ojos. Tenía los dedos helados, como si hubiesen pasado la noche en un juego de extensión, de danza indebida con el hielo orínicio, pagando ahora las consecuencias de tal atrevimiento desconocido. Acercó las manos a su rostro y suspiró con incomodidad ante la consciencia de que no podría volver a conciliar el sueño, incapaz de dormir con normalidad incluso una mañana de sábado.
Buscando la raíz de su recién adquirido (o recuperado, después de años) problema de insomnio, pensó en la cantidad ingesta de estímulos indeseados que le conllevaba estar allí. Los recuerdos que trataba de evitar se postraban amenazantes en cada reflejo de la luz del sol reflejada en la pared, que le hacía rememorar la esencia de las mañanas de un "aquel entonces" borrado en nubes difusas. La rutina de abstracción y enajenación que había formado de forma forzosa y ardua durante su exilio en Fontaine se precipitaba a un vacío agobiante. Todo ahora era normal menos él.
Miró por la ventana con un desconcierto anormal, sin saber dónde estaba, o sin querer saberlo, como si esperase observar un delirio onírico absoluto, una abstracción grotesca de nada prolongándose ilimitada. No vio las calles estrechas de Fontaine ni las luces de los carteles de neón de la nueva Liyue. El azul y el verde invadían el paisaje, esperando a saltar inquietamente a través de su ventana. Había árboles torcidos con encanto, cultivos de té, un río lejano y un resquicio de sol., que aún no asomaba lo suficiente como para calentarle agradablemente la cara. Se postraba ahora como una línea lejana iluminando un horizonte ficticio, un augurio angustioso, que llegaba a su destino con lentitud.
Miró a su alrededor. La habitación tenía el mismo aspecto de siempre, pero era su primera vez habitándola como invitado. Era pequeña, acogedora, como un cascarón blanco y compacto que resguarda del mundo. Cojines mullidos de tela amarronada, el edredón arrugado a los pies de la cama, la cómoda antigua, el armario de madera caoba. Seguía habiendo un par de libros antiguos que probablemente compró años atrás. Alguien los había conversado con cariño. Lo mismo podía decirse de un pequeño macetero, situado en una posición predilecta en el escritorio, esperando al sol de la mañana.
Las paredes ahora estaban adornadas con posters varios, la mayoría de música, otros con arte alternativo. El armario, entreabierto, parecía desbordado de petróleo y patrones psicodélicos. Un ordenador de luz chirriante terminaba de generar un curioso contraste entre lo tradicional de la casa y la tierna edad de uno de sus habitantes.
Se recogió el pelo y se sentó sobre la cama, echando un vistazo a los libros. "Historia de la mineralogía", "Tres ensayos sobre economía minera de Liyue", "Filosofía de la miseria". Levantó la vista y vio a Xiao, aún dormido, en la otra cama. Le acomodó la manta. Mientras le arropaba sintió que la última década no había sido más que un mal sueño, un espejismo roto y asfixiante, de esos que hacen que se te humedezcan los ojos y escuches el mar en tu pecho con intensidad.
Anduvo entonces hasta el baño, arrastrando los pies, con cuidado de no hacer ruido. No alcanzaba a comprender la dualidad de sus sentimientos; reconfortado y angustiado. Dichoso y asustado. Se lavó la cara evitando mirarse al espejo y fue al salón. Abrió las ventanas, el aire era fresco, de un ligero que avecinaba, sin embargo, un calor asfixiante y húmedo llegado el sol a lo alto del cielo. Una de las últimas mañanas de calor estival del año.
Las siguientes dos o tres horas pasaron relativamente rápido. La madrugada le llevó a la mañana mientras se dedicaba a hacer algunas tareas rutinarias: terminar de fregar y ordenar los platos de la cena de la noche anterior, barrer, ducharse, desayunar, comenzar a releer un par de manuales y tomar unas cuantas notas.
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out my song must pour
FanfictionExisten metáforas con prácticamente cada estación del año para vincularlas con "los nuevos comienzos" o "el principio de grandes historias"; el año nuevo en invierno, el renacer primaveral de todo aquello preservado en nieve durante meses... Para Ch...