Desde pequeño me había sentido el rey del mundo, mis padres me daban todos los caprichos que pedía y nadie me podía decir que no porque era el "guay" del grupo.
Ahora, mi vida a dado un vuelco gigantesco. Me siento pequeño, una pequeña gota de agua entre toda la lluvia. Y ahora es el momento en el que empieza la gran búsqueda de mi propio yo, bueno, aunque primero, tuve que superar todas las piedras que se habían puesto en mi camino, y no fue fácil.- Las dos chicas que iban con vosotros en el coche también murieron Carlos, tu fuiste el único superviviente - dijo mi padre en un tono bastante melancólico.
No bastaba con sentirme culpable de la muerte de Dani, sino que ahora encima se me suman dos personas más. Y encima, dos completas desconocidas que conocimos en una fiesta durante hora y media.
Sentí que les había arrebatado su vida de un plumazo. Por mi culpa sus padres estaban sufriendo el mayor sufrimiento existente. No quería ni comer ni hablar con nadie. Subí las escaleras que llevaban a mi habitación y cerré la puerta. Mi madre subió corriendo y me encontró sentado en mi silla de escritorio. Estaba apagado, no podía escuchar ninguna de las palabras que ella pronunciaba, en mi cabeza solo existía el momento con la madre de Dani y el dolor de las familias de dos pobres chicas a las que les quedaba una larga vida por delante y ya ni siquiera existen.- A veces nos sentimos culpables por cosas que no tienen que ver por nosotros - comentó mi madre. Tú no conducías y que pasara eso fue solo mala suerte. Sabes que no es tu culpa cariño y no tienes por qué sentirte así solo porque tu hayas tenido más suerte que los demás.
- No es suerte mamá, es una putada. Desearía haber muerto yo también para no tener que oír como todos me llaman asesino, cuando yo no recuerdo que pasó en ese instante - dije.
Mi madre comenzó a llorar.
- No digas eso por favor, si tu no estuvieras aquí no sabría que hacer, eres junto a tu hermana lo más grande que me ha dado esta vida y no sabría como reaccionar si os perdiera a alguno de los dos - dijo ella. No sabes lo difícil que han sido estos meses para nosotros, y yo me siento muy afortunada y le doy las gracias a Dios de tenerte conmigo de nuevo por qué te quiero y no podría soportar que te fueras de mi lado.
En ese instante me sentí muy mal por lo que habrían tenido que pasar mis padres, por todas las horas que habrían estado en el hospital y lo difícil que habrá sido para ellos el comentar este tema con la gente conocida. Al mismo tiempo, me sentí reconfortado. Mi madre nunca se había molestado a pararse a hablar conmigo y dejarme claro todo lo que me quería, quizás, por eso, empezé a ver la vida de otra manera.
Esa noche me fui a dormir a las nueve y media. Estaba muy cansado y agotado del viaje en autobús hasta la casa de la señora Acosta y sobretodo de la actitud que ella había adoptado conmigo. Me había costado aceptar que su actitud fue así por el alcohol, no entiendo como una mujer tan centrada pudo haber acabado de tal forma. Claro que, no tenía nada por lo que seguir luchando. Eso me dolió tanto que fue el único motivo por el que esa mañana me levanté a las siete y cuarto y cojí el primer autobús para verla, así cuando llegara a su casa ella estaría sobria. Me desperté y fui al baño a ducharme. Fue una sensación muy agradable la del agua caliente cayendo por mi piel, ya que era la primera vez que disfrutaba de un baño desde mi salida del hospital, ya que en la tarde de ayer me duché corriendo y con prisas.
Mi madre me había puesto un champú que olía muy pero que muy bien, a vainilla creo, bueno no sé, solo sé que malgasté medio bote solo para disfrutar de su olor.
Al salir me sequé con mi toalla favorita de color azul. Os preguntaréis que es eso de toalla favorita. Pues sí, tengo una toalla diferente a los demás, de esas suaves que no se quedan mojadas y secan a la perfección.
Me peiné el pelo hacia atrás con gomina y me puse un vaquero con una camisa blanca básica de manga corta y las vans de ayer. No hacía mucho frío. Antes de salir me volví a percatar de lo largo que tenía el pelo, por lo que decidí ir por la tarde a la peluquería.
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Lo mejor de mí
Novela JuvenilCarlos acaba de despertar de un coma tras haber sufrido un trágico accidente de tráfico en el que ha muerto su mejor amigo. Tras fallar en todos los intentos por recuperar su antigua vida y olvidar aquella fatídica noche, sus padres deciden mudarse...