Capítulo 7

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Llegamos a la dirección y... Wow. Era una casa de dos plantas con la fachada pintada de color rojo apagado y con unas grandes ventanas. Me enamoré al instante. Al entrar, había una puerta de seguridad en un color blanco desgastado que nos llevaba a un jardín de unos 70 metros cuadrados, en el cual habían plantado diferentes tipos de plantas con flores. Era una casa de ensueño, que bonita. Se notaba que estaba bastante alejada de ambas ciudades ya que no pertenecía ni a la una ni a la otra, pero valía demasiado la pena al verla. Llegamos a la segunda puerta de la casa y el señor de la inmobiliaria sacó un llavero que contenía infinidad de llaves con la dirección escrita en cada una. Después de un buen rato buscando, un rato en el que mi hermana y yo nos desesperamos echandonos miraditas, el señor al fin encontró la llave y abrió la gran puerta blanca. Lo que diferenciaba esta puerta de la otra, aparte de el lugar en donde estaban ubicadas y la seguridad de cada una, es que esta se notaba que había sido pintada hace poco, pues estaba en un blanco perfecto.
Entramos pisando la gran alfombra que decía 'bienvenidos' y encontramos un gran salón con paredes de madera y suelo de parqué. Era increíble. Había un sofá de color azul marino en el medio del salón y una pequeña chimenea justo en frente, con unos trozos de madera cortados, guardados en una cesta de mimbre. Pasando el salón fuimos a la cocina, la cual también me sorprendió.
No era de madera, si no de azulejos, de esos que encontrarías en cualquier casa, los cuadrados blancos, y el suelo era igual, más azulejos. Pero la mesa principal era de madera con un mantel en color rojo, al igual que los muebles. Era todo como vivir en un cuento. Tenia un horno en color negro debajo de la plancha, y la verdad, parecía estar todo hecho a la perfección. Al lado de la cocina, una pequeña solana que contenía lavadora pero no secadora. Era de esas estrechas pintadas de blanco y con una pequeña planta en el suelo, que respiraba debido a la gran ventana que se mantenía un poco abierta.

Subimos a la segunda planta con unas escaleras con madera barnizada y encontramos el primer dormitorio. El cual parecía que iba a ser el de mi hermana. Era un poco pequeño y estaba construido de forma que si caminabas hacia el final sin agacharte, te mandabas en la cabeza. Sin embargo, incluso siendo pequeño era espacioso y estaba pintado de color amarillo oscuro. En el techo, tenía una ventana de esas que cuando te acuestas de noche puedes ver las estrellas, si las hubiese, y eso a mi hermana le fascinó.
Salimos de esa habitación y fuimos a otra que era la que iba a ser de mi propiedad.

Era igual de pequeña que la de mi hermana, pero igual de espaciosa. Las paredes eran de el mismo amarillo pero un poco mas desgastado. El dueño de la casa había dejado un pequeño sillón de color gris en la habitación y la verdad me hacia falta algo de eso para cuando vinieran mis amigos.
Espera, ¿amigos? ¿qué amigos?
No quise estar más dentro de esa casa y salí al jardín. Mi hermana siguió mis pasos.

-¿Que te sucede Carlos?, antes parecías feliz con la casa - expresó con desconcierto
- Nada, dejame por favor
- Si te cierras de esa forma es normal que todo el mundo pase de tí tío, intenta apreciar lo que tienes, que lo que no tienes ya llegará.
- No, no llegará - dije - por mi culpa Dani está muerto y nadie quiere saber nada de mí. ¿No te parece suficiente motivo para estar así?
- Carlos, he dejado mi ciudad, el levantarme cada mañana e ir a casa de Paula para ir juntas al colegio, el tener una vida en esa casa y olvidarlo todo para que puedas ser feliz, ¿no crees que deberías ser menos egoísta y apreciar lo que las personas que te queremos hacemos por ti?

Joder, mi hermana, con 6 años menos que yo, dándome lecciones de vida. Que triste.

- Pf si yo lo sé y te lo agradezco Laura, pero es difícil empezar de nuevo cuando nadie te acepta - musité
- Nosotros si te aceptamos, y, en tu nueva universidad, nadie sabrá nada, no tienes de que preocuparte, eres bueno, atento, simpático ¿de verdad crees que nadie va a querer ser amigo del mejor tío del mundo?

Mi hermana me sorprendió muchísimo. Nunca me había hablado de tal forma y antes de mi accidente siempre estábamos peleandonos por tonterías. Me acababa de dar cuenta de cuanto la quería. Sin ella, estoy seguro de que mi vida estaría muy vacía en estos instantes.

- Gracias peque, gracias porque no se como lo haces, pero siempre me sacas una sonrisa - dije levantándome de el escalón en el que estábamos sentados - con lo bien que hablas ten cuidado de que nos vayas a salir política.

Sonreímos los dos y entramos a la casa de nuevo, mientras que mis padres y el hombre de la inmobiliaria bajaban las escaleras.

- Bueno niños, ¿que os parece? - preguntó mi madre emocionada

- Me encanta mamá, y creo que a Carlos también - dijo mi hermana mirándome

Asentí con la cabeza y esbozé una pequeña sonrisa. Mi familia era lo mejor del mundo. Ahí me di cuenta que el dinero no tiene nada que ver, que el lugar donde vives y las cosas que tienes tampoco, me di cuenta que si no tienes a alguien que te apoya y te ayuda en tus momentos difíciles nunca podrás salir sano de ellos, que la vida está hecha para que podamos compartirla con las personas a las que queremos, que las cosas malas pasan pero siempre se acaban dejando en un cajón con un candado, me di cuenta... que mi familia era lo mejor de mí.


Espero que os haya gustado y os espero en el octavo capítulo donde empezarán más cambios en la vida de Carlos! Nos leemos ;)

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