Parte I - III

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"¿Puedo pasar?" Inquiere Juanjo, su voz algo quebrada, y como si de una tarde cualquiera se tratara, Martin se hace a un lado para dejarle entrar.

Se quedan de pie en el recibidor, y Martin desvía la mirada hacia el suelo cuando un pequeño charco comienza a formarse alrededor de los pies de Juanjo. El otro chico sigue su mirada.

"Lo siento", murmura.

"No te preocupes", Martin niega con la cabeza. "Tu madre no está aquí", señala, como si no se le ocurriera otra razón por la cual Juanjo podría haberse presentado en su puerta.

En su defensa, Juanjo tampoco puede explicar el motivo exacto de su repentina presencia, o más bien no quiere hacerlo, porque llegados a este punto es absurdo negarlo. Ha pasado una media hora intentándolo, pero tras un debate interno de unos veinte minutos sentado dentro de su coche, arrancó el vehículo y cogió la carretera en dirección contraria al bar hasta casa de Martin.

Juanjo sonríe. "Ya lo sé, hoy es su día libre".

Martin le mira desconcertado, lo cual es totalmente válido, y Juanjo sabe que tiene que proporcionar algún tipo de explicación. Esto resulta mucho más fácil cuando Martin tira de él hasta que le salen las palabras.

Vuelve a poner cara seria y trata de ordenar sus pensamientos bajo la atenta mirada de Martin, que le observa con cautela, siempre sin meterle prisa.

"He estado pensando en lo que has dicho en el bus", comienza. "Eso de que te gusto, no como amigo".

Martin parpadea. "¿Y qué es lo que piensas?"

"Que no sé lo que quiero", suspira. "Sería incómodo en el instituto, ya sabes, si entre tú y yo..."

La expresión de Martin se endurece, entendiendo a dónde quiere llegar el otro chico, y Juanjo siente como la vergüenza le envuelve, porque no se trata de si Martin le gusta o no. Lo que puede ofrecerle está muy por debajo de lo que merece, pero es egoísta, y se ha presentado en su casa igualmente.

El chico más bajo le mira en silencio, claramente debatiendo qué hacer a continuación, pero al final sus facciones se ablandan.

"Nadie tendría que saberlo...", murmura.

Juanjo es egoísta. Tan egoísta que le basta esa frase para romper la distancia entre los dos y coger a Martin por ambos lados de la cara, juntando sus labios.

El beso dura poco, y ambos se separan entre risas nerviosas. Juanjo echa de menos el contacto de la boca caliente de Martin sobre la suya al segundo, pero no puede dejar de sonreír. En el fondo sabe que lo que está haciendo no es justo, pero no puede negar que no recuerda la última vez que sintió este calor en el pecho, y la realidad es que no quiere echarse atrás.

"Tienes los labios helados", ríe Martin, y Juanjo siente cosquillas por todo el cuerpo. Nunca antes le ha oído reírse, pero decide apartar el pensamiento, ya que es más triste que otra cosa.

"¿Qué pasa?", exclama Juanjo con una sonrisa, dado que la risa nerviosa de Martin no cesa. "Actúas como si nunca antes te hubieran besado".

"Es que nunca me habían besado", responde divertido.

Juanjo no sabe qué decir a eso, sólo espera que haya sido un primer beso lo suficientemente bueno, aunque sobra decir que Martin parece conforme.

Dilo sin hablar (Martin + Juanjo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora