Parte III - I

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Octubre, 2014

Martin es feliz. No tiene ninguna razón para no serlo, al fin y al cabo. Ha pasado más de un año desde que llegó a la universidad y la gente aún no se ha cansado de él. Es más de lo que podía esperar.

Juanjo volvió a Madrid en septiembre, tal como había dicho que haría, y a pesar de que quedaron en ser amigos no le ve demasiado. El chico insiste en que este año sus asignaturas son más exigentes y no tiene tiempo, pero Martin sabe que es porque no le gusta cruzarse con Damián. Quizá le convierta en una mala persona, pero le gusta pensar que Juanjo pueda estar celoso. Le gusta pensar que alguien tiene tantas ganas de estar con él que se vuelve insoportable hasta el punto de no poder tenerle cerca.

También ha notado que Chiara y Ruslana han empezado a pasar mucho tiempo juntas ahora que lo de Violeta ha terminado definitivamente, y es algo que le intriga bastante. Casi siente ganas de acostarse con Ruslana él también, solo para comprobar a qué se debe la fijación que todo el mundo tiene con ella, pero en el fondo sabe que está exagerando. Simplemente le sigue molestando pensar que se ha acostado con Juanjo.

Su madre llamó ayer, cosa que no sucede a menudo, y le dijo que Ander acaba de perder otro trabajo. Últimamente a Rebeca le resulta mucho más fácil hablar con franqueza sobre su hijo mayor cuando es solo Martin quien puede escucharlo, siempre y cuando sea a través del teléfono y con cientos de kilómetros separándoles, claro.

Martin no entiende muy bien qué pretende con este comportamiento a estas alturas, pero se esfuerza por no darle importancia. Se limita a escuchar educadamente lo que su madre tenga que decirle, contesta "bien" cuando le pregunta qué tal las clases y cuelga el teléfono. Es todo lo que puede ofrecer, y ha llegado a un punto en el que ya no se siente culpable por ello. Comenzar a rodearse de personas que genuinamente disfrutan de su compañía le ayuda a ver que él nunca fue el problema, y a pesar de que eso solo aumenta la ira que siente hacia su familia, también le ayuda a vivir más tranquilo.

Hoy es sábado, y ya comienza a hacer frío por las calles. Martin odia tener frío. Se encuentra de camino a una cafetería en la que ha quedado con Juanjo para desayunar tras haber dormido en casa de Damián, y está algo dolorido después de sus actividades de anoche, pero ya ha terminado por acostumbrarse. El sexo con él es muy diferente a su experiencia con Juanjo o incluso con Félix, pero Damián parece disfrutarlo mucho. Le mira como si no pudiera creerse que estén juntos, como si fuera la cosa más valiosa que tiene, y después se lo dice en voz alta. Le dice lo mucho que le gusta y cuánto tiempo llevaba fantaseando con esto, y Martin se siente a punto de ascender hacia el cielo cuando le escucha hablar de esa forma.

Juanjo le espera sentado en una de las mesas con un café a medio beber delante y una sonrisa cansada que Martin no duda en devolver.

"¿No podías esperar?", sonríe mientras se sienta.

"Perdona, es que llevo toda la noche en vela. Si no empezaba me habrías encontrado dormido sobre la mesa."

"¿Y se puede saber qué es lo que te tiene sin dormir?"

"Es un trabajo de morfología que llevo siglos intentando terminar. Ni siquiera es tan complicado, pero me resulta tan aburrido y tan tedioso que me está costando la salud", bromea.

"¿Lo tendrás para el viernes?", cuestiona Martin, y Juanjo resopla.

"Si lo dices por la fiesta de cumpleaños de Damián, no creo que pueda ir. Seguro que él apreciará mi ausencia."

"Yo no lo haré."

"Martin."

Sabe que se porta de manera infantil al respecto, pero por más que disfrute secretamente de la rivalidad entre Damián y Juanjo, en momentos como este le gustaría que no existiera. No es lo suficientemente estúpido para no darse cuenta de que es la principal razón de que esta sea la primera vez que ve a Juanjo desde hace semanas.

Dilo sin hablar (Martin + Juanjo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora