☆¿Mamá?

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Bajo el techo de tu desprecio, me encogí,
Como una flor marchita que nunca conoció el sol,
En tus palabras hallé el veneno que bebí,
Y en tu indiferencia, la razón de mi desolación.

Fuiste mi verdugo, con tus cuchillas de desprecio,
Cada sonrisa que negaste, cada abrazo frío,
Eras la tormenta que arrasaba mi refugio,
El eco constante de que nunca fui suficiente.

Busqué en tus ojos un rastro de amor,
Solo hallé hielo, una muralla impenetrable,
Tu voz, afilada, me cortaba sin compasión,
Haciendo de mi corazón un campo de batalla incansable.

Me moldeaste en la fragua de tu desdén,
Cada día un recordatorio de que no era digno,
Tu rechazo, una daga en mi piel,
Que sangra aún en el silencio, sin alivio.

Nunca fui más que una sombra a tus pies,
Un error, un estorbo, un peso sin valor,
Me enseñaste a odiarme, a verme al revés,
A sentir que mi existencia era solo un dolor.

Ahora, en la oscuridad de esta depresión,
Tu ausencia es el yugo que llevo en el alma,
Siento el peso de tu juicio, tu condena sin razón,
Y en cada suspiro, tu rechazo me desarma.

Madre, eres el espectro que atormenta mi ser,
La herida que nunca sanará, el perpetuo quebranto,
En tu cruel indiferencia, perdí mi amanecer,
Y en tu falta de amor, hallé mi eterno llanto.

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