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Durante el primer día que estuvo consciente solo tuvo un solo deseo. Uno que perduró las 10 horas que estuvo despierto y era volver a estar en coma.

Estar profundamente dormido en un espacio que era imposible de interrumpir o molestar. Donde no sintiera ninguna necesidad humana o no dependiera de las máquinas, parches, bandas o yesos que ahora tenía.

Pero lo peor de todo, no era el aparente dolor físico. Este no era nada en comparación con el dolor de la culpa y el duelo.

¿Cómo debía ser un duelo? ¿Debía empezar a sanar o dejar presente la herida? Era vivir como si nada hubiera ocurrido o recordar que desde ese día no merecía el disfrute de una vida como tal.

De todas formas ya la había perdido.

Hubiera deseado tener sus audífonos para poder callar sus pensamientos en ese instante. Dejarse llevar por el ritmo y la producción o escuchar atentamente las letras. Analizar cada punto posible de la canción para evitar el solo sentir algo. Para perderse y olvidar un rato lo que vivía. Sin embargo no sabía dónde estaban sus audífonos. Quizás habían sido destrozados por el choque o alguien los tomo.

—Buenos días Mark. ¿Cómo te sientes? —Yuta abrió la puerta y entró con una bandeja que contenía comida.

—Hola, me siento...bien ¿y tú?

—Estoy un poco cansado me tocó reponer la hora de ayer que mi compañero cubrió. Tuve que bañar a varios hoy pero bueno, valió la pena me hacía falta charlar con alguien por aquí. Mira aquí está tu desayuno, si necesitas ayuda me la puedes pedir sin vergüenza.

Dicho esto Yuta dejo la bandeja encima de una mesita y se dirigía a la puerta antes de que Mark lo llamase.

— ¿No charlas con los otros enfermeros? Son compañeros y se ven todos los días.

—Nos llevamos bien y si puedo considerar amigos a algunos de ellos sin embargo, no hablamos temas tan inusuales o no nos sentamos a siquiera pensarlos. Somos más de hablar temas triviales. Evitamos todo lo trágico fuera del trabajo.

—Es cierto, es necesario para ustedes. Los consume en algún punto, ¿Verdad? Todas las heridas, dolor y muerte. Pero tienen que mostrarse felices.

—Es parte del trabajo. Es más grande que nosotros. Debemos mostrarnos lo mejor que podamos para que ustedes puedan sentirse lo más cómodos posible. Es como una reacción - acción.

—Lamento molestarte con todo esto, es innecesario pero no tengo mis audífonos ni a nadie fuera de los especialistas. Debo aprovechar tus 5 minutos para tener comunicación.

—No te preocupes, se lo tedioso que es simplemente escuchar tus pensamientos de manera estética.

—Lo es...una pregunta Yuta. ¿Tendrías horas libres hoy? Supongo que en algún momento las tienen.

—Si las tenemos, acertaste. Las mías son la noche probablemente y claro sigo estando de servicio en caso de que se necesite algo pero en fin, ¿Por qué la curiosidad?

—¿Puedes venir? No quiero molestarte o robarte todo tu tiempo libre está bien solo 15 minutos.

Yuta lo pensó bien. Se sentó en los pies del paciente como algunas veces hacia y realmente me estar sentado sin hacer nada en esa habitación que solo contaba con el único entretenimiento una ventana que hacía ver sus alrededores era algo mayor que aburrido.

—Cuenta conmigo para venir a darle un poco más de color a la habitación. Nos vemos hasta entonces Mark.

Yuta salió de la habitación y la voz interior de Mark solo se preguntaba si se pasaba de la línea de lo aceptable o solo era un caso extremo.

De tal manera esperaba poder sobrevivir esas horas esperando mientras imaginaba escenarios irreales, recordaba memorias empolvadas de nostalgia y trataba de protegerse de sí mismo.

De tal manera esperaba poder sobrevivir esas horas esperando mientras imaginaba escenarios irreales, recordaba memorias empolvadas de nostalgia y trataba de protegerse de sí mismo

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Mark había olvidado ese sentimiento de cercanía y calidez que tenía con sus padres. Era lo normal luego de perderlos sin embargo ese sentimiento apareció como un aura de luz y energía en su sueño. Donde era tratado como sus días de adolescente.

Los días en los que no tenía nada para preocuparse que no fuese sus exámenes, tareas y crushes.

Su sueño solo revivió esos días. Su mamá levantándolo, haciéndole su desayuno y deseándole buenos deseos junto con su padre que lo llevaba al colegio antes de dirigirse al trabajo mientras hablaban de realmente cualquier cosa.

Cuando despertó y logró pensar claramente. Solo se irritó más consigo mismo. Aquellos momentos que pudo haber aprovechado junto a sus padres fueron malgastados en nada.

Era inútil pelear aquellos minutos de vida pasada sin embargo se hallaba ese ardor en su pecho que le hacía doler este.

No era posible el estar cada segundo con ellos pero tal vez, solo tal vez pudo haber pasado más tiempo con ellos. Tiempo que no puede vivir hoy con ellos.

—Mark, estás despierto.

—Sí, ¿Ya habías pasado por aquí?

—Hace un rato pero estabas profundo y casi hablando en tus sueños pero en fin. Te traje algo.

—Que no sea las insípidas galletas de avena por favor.

—Es algo muchísimo mejor.

Le paso el objeto directamente hacia sus manos mirando atento como la reacción de Mark iba cambiando de poco en poco. Pudo sacarle una sonrisa por fin. Una muy pequeña que simulaba casi un gesto pero lo logro y pensó que el otro merecía más felicidad.

—Mi celular...no sabes cuánto lo pedí.

—Ya era hora de dejar de ver a la nada por la ventana.

—¿Cómo diablos pudo sobrevivir? Pensé que se había perdido junto con mis audífonos.

—Al parecer fueron trasladados aquí junto con otras pertenencias. Están en una oficina resguardada, no te preocupes por eso. Ya está todo recuperado.

—Muchas gracias Yuta. Eres el mejor enfermero sin duda alguna. Eres muy...bueno, gracias.

De nuevo apareció aquella pequeña mueca curiosa que era la sonrisa de Mark. Tal vez podría sacarle su sonrisa real, pensó.

Se pudo haber quedado unos minutos más acompañando al chico sino fuese por la aparición de dos personajes que cambiaron su plan.

Era el doctor Johnny Suh con otro paciente en silla de ruedas.

—Mira lo que te traje Mark.

—Mala hierba nunca muere dijeron por ahí y yo soy la prueba.

—Donghyuck...estás aquí. Por fin, no sabes lo que te espere.

—Por eso estoy aquí Mark, también me hacías mucha falta y ya no podía esperar a hacer esto.

Se acercó moviendo sus ruedas para pellizcar a Mark en la mano. Era algo que solía hacer para molestarlo y parecía ser que a pesar de sus complicaciones no había perdido ese mal hábito.

—Nunca cambias, maldición.

—Bueno Yuta creo que es mejor que nos vayamos y los dejemos solos, vamos. Revisemos a la señora Lee en la 102.

—Nos vemos Yuta y gracias por todo.

Volvió a ver esa sonrisa de nuevo y ahora parecía ser la más real que había visto. Una sonrisa que adornaba perfectamente el rostro de Mark y una que haría lo posible para verla más seguido.

honeyboo - yumarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora