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Si las parejas subieran niveles por su intimidad, sin lugar alguno Mark y Yuta hubieran podido subir unos 3 niveles al menos.

Se habían dado cuenta de que se encontraban conociéndose más ahora que eran novios que cuando apenas se descubrían el uno al otro. Algo un poco fuera de lo común pero hacía que su dinámica no fuera tan monótona.

Últimamente de lo que más hablaban era de la vida de Yuta en Japón y como mudarse aquí le había ayudado mucho a seguir adelante con su vida.

Cabe mencionar que estas historias ahora Mark las disfrutaba fuera de la habitación. Ya era capaz de salir y caminar. Era como volver a ser un bebé y depender de alguien que te ayudase a mantener el equilibrio o poder ser capaz de controlar su cuerpo sin sentir ese entumecimiento que tuvo por un gran tiempo.

Hoy era el día en el que se despojaba de su yeso y esperaban a otros del personal para retirarlo mientras estaba sentado con Yuta mirando los afiches en frente que promovían el uso de cinturón para evitar accidentes, que irónico pensó.

—Estás callado, mucho. Me estoy preocupando.

—Estoy teniendo un momento nostálgico ahora. Ríete y hazme bullying pero me recuerda al porque fue que decidí ser enfermero.

—Creo que ya es hora de que me hagas la historia de Shohei, ¿no te parece?

Mark ya sabía cómo iba un poco la historia del origen de Yuta por ejercer enfermería y todo se remontaba a su primer novio Shohei en Japón, pero fuera de estas vagas oraciones no sabía nada más. Así que le emocionaba saber cómo había sido el primer y único noviazgo de Yuta aparte de él.

—Shohei vivía con arritmia. Y era algo curioso porque siempre estaba inquieto, no importa como latiera su corazón, si palpitaba muy rápido o muy lento siempre se ocupaba en algo que lo entretuviera. El pobre debía ir mucho a consultas por su condición, yo lo solía acompañar. Miraba atentamente como las enfermeras resolvían todas sus complicaciones eficientemente. Yo me imagine siendo una de ellas y poder ayudar y servir a las personas. Entonces decidí estudiarlo.

—Shohei te guio a tu pasión sin quererlo prácticamente.

—Lo hizo. Él estudiaba artes y yo enfermería. Con lo poco que iba aprendiendo iba implementándolo en él y era útil hasta cierto punto. Vivíamos juntos y había algunas técnicas o conocimientos que tenía y no era necesario ir al hospital.

Yuta había hecho una pausa que dejaba a entender que lo siguiente que diría no sería fácil de decir. Mark lo vio en su expresión y en sus ojos.

Estos brillaban pero por las lágrimas que aguantaba con fuerzas para no dejarlas salir.

—Hasta que sus latidos fueron muy rápidos y mi técnica fue muy lenta. Shohei tuvo una fibrilación ventricular que le causó un paro cardíaco. Quizás haya durado unos 5 minutos, no lo sé bien pero no pude salvarlo. Su cuerpo se agitaba muy rápido y mis manos temblaban y yo no pude, no pude.

Las manos de Yuta tenían un pequeño temblor resultado de su disociación. Mark lo abrazo buscando que pudiese volver a si y ver que ya estaba bien. Que ya nadie estaba en peligro.

—La culpa nos persigue a los dos Yuta pero hemos logrado salvarnos de ella. Nos hemos usado de escudo el uno al otro. Úsame para olvidarte de ella. Apenas empezabas, no podías salvar algo que era mayor a tus conocimientos pero ahora eres capaz de hacerlo, lo haces a diario y me ayudaste a mí.

—¿Está todo bien por aquí? —preguntó una enferma recién llegada trayendo parte de los utensilios.

—Si disculpa, estábamos esperándolos. —avisaba Yuta.

Poco a poco fueron trayendo todo el equipo y a pesar de que a Mark le abrían el yeso y representaba incomodidad solo dedicó a ver a Yuta y sonreírle mientras este trabajaba en retirarle el yeso.

Quería abrazarlo y hacerle ver que a pesar de aquella inseguridad arraigada que seguía aferrándose a él, había sido capaz de tener un papel muy importante en su recuperación. Debía sentirse orgulloso de todas las victorias que había obtenido.

Cuando el equipo había terminado de liberarlo del yeso prácticamente saltó hacia donde Yuta y no sabe cuántas veces repitió las palabras gracias, eres muy valioso para mí y te quiero.

El mundo había sido paralizado o todos los ignoraban porque solo pudo notar como Yuta de igual manera lo estrujaba en sus brazos.

Yuta le repetía siempre lo importante que era vivir en el presente. Juraba que podría quedarse así para siempre, vivir eternamente en ese presente.

Pero acabo y debió dirigirse a su habitación de nuevo. Su brazo estaba algo entumecido todavía pero sentir que ya no tenía ese peso encima le hacía pensar en dos cosas. Una, no podría vivir siendo zurdo y dos, cada vez su cuerpo se regeneraba más y más llevándolo a la normalidad y cerca de salir del hospital.

Cuando llego se sentó en su cama. Su cama...momentánea porque también estaba más cerca de arrojarse en su cama de su habitación de su casa. Todo lo que era de su propiedad y nada perteneciente del hospital. Pronto volvería a trabajar de nuevo y sobrellevar el negocio de sus padres.

Al menos había escapado de aquello y lo bueno era que Donghyuck era también su mano derecha laboral y había designado al equipo a sobrellevar el negocio.

Oh, nunca había hablado de aquello con Yuta. Había alargado el momento para hacerlo cómo si de aquella manera no tendría que hacerlo en el futuro pero en algún momento lo tocaría.

Si Mark tuviese que explicar la aparición de sus dolores de cabeza lo compararía con un estruendoso trueno que hacía un eco dentro de su cabeza y la llenaba de un dolor punzante.

Tuvo que ser en el momento en el que había encontrado tranquilidad, justo en ese momento. Tal vez ya no quería ese castigo para sí mismo. Quizás si era merecedor de una vida digna finalmente.

Ya su visión estaba más clara que nunca. Quería vivir, quería recuperarse por completo, llevar orgullosamente el trabajo del día a día, seguir divirtiéndose con Donghyuck y más que nada invitar a Yuta a ser parte de su vida fuera de aquel lugar.

No quería tener que pensar todos los días la carga que llevaba en su espalda o soportar aquellos gritos de su cuerpo manifestados en dolores y temblores.

Busco ayuda aun cuando era vergonzoso y se dio cuenta de que no debía de serlo cuando la enfermera le dio totalmente su atención y buscó más asistencia.

Si deseaba vivir cómo un humano dignamente, tener el control y sanidad plena debía dejarse ayudar y no pelear él solo aquella batalla consigo mismo.

honeyboo - yumarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora