Karol Jamás Te Irás De Mi Lado©

La Realidad De Una Pesadilla

"Muchas personas se creen ratas cuando, en realidad, son solo ratones que se meten en las cocinas en busca de las migajas que caen detrás."

Las lágrimas caían sin parar de mi rostro, sabía de lo que él era capaz, era una persona cruel, perversa, malvada y egoísta.

Tomé  la lámpara con la que minutos antes quería golpearlo y la estampó contra mi cabeza mi mirada se nublo y mi cabeza dolió.

Caí al piso quedando inconsciente.

Toqué mi a un lado de mí cabeza y estaba sangrando, mi respiración estaba agitada.

Me tomó por las manos y colocó todo el peso de mi cuerpo en su hombro.

Me llevo hasta la habitación y me zumbo  en la cama amarrando mis manos

Escuché como alguien toco la puerta.

El acomodó su cabello y arregló su camisa.

—Joven  Manuel, hay alguien que está aquí y quiere hablar con usted.

Se escuchó la voz de la nana hablar, qué oportuna era.

Manuel se alejó de mí y se marchó.

Bajé las escaleras y lo encontré sentado en la sala, moviendo sus pies de un lado a otro, una imagen de ansiedad que me resultaba casi cómica.

Y ahí estaba, un hijo de perra.

Josuel, uno de los encargados de la ATN, un pequeño roedor intentando hacerse pasar por una maldita rata.

Se levantó del asiento, ajustando su traje con una precisión que solo acentuaba su nerviosismo.

—Señor Manuel, es un placer volver a hablar con usted...—menciono Josuel, su voz temblorosa traicionando su fachada. —Lamento haber tenido que venir sin avisar, pero debido a lo sucedido no me ha quedado más remedio.—agregó, como si su justificación pudiera aliviar la tensión en el aire.

—Toma asiento.—dije con un tono brusco, casi despectivo.

Me senté justo frente a él, disfrutando de la incomodidad que emanaba.

—El ATN está tras el oficial Mark Marsh. Están convencidos de que sabe más de lo que dijo antes de salir de full—mencionó Josuel, su preocupación palpable.

—Te noto inquieto... ¿No será porque tienes miedo de que te pisen la cola?—dije con un tono burlón, disfrutando del efecto que mis palabras tenían sobre él.

Su rostro se tornó pálido, como si la sangre le hubiera abandonado.

—Ese maldito no es de lo que deberían preocuparse. La AC está lista para arrasar con su cuartel.—dije mientras me remangaba la camisa.

—Pero eso no es lo que acordamos. Yo estaré allí. Corro peligro—respondió, aflojándose la corbata intentando aliviar su creciente ansiedad.

—No te preocupes, tu maldito pellejo se salvará—le aseguré, mirándolo directamente a los ojos con una frialdad calculada.

—¿Cómo pretendes llegar a la ATN?—preguntó, la curiosidad asomándose entre sus dudas.

—Contigo... Vamos, querido socio, sírvete un trago con confianza.—le dije, señalando la copa de vino "Borgoñón Romanée Conti" con un gesto despreocupado.