Rutina Profesional

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El ambiente en el edificio de apartamentos era familiar, lleno de las actividades mundanas habituales de la vida diaria. La puerta principal se abrió con un chirrido para revelar a una mujer, su figura recortada contra la luz brillante que se filtraba desde el exterior. Entró, vestida con un traje de oficina marrón profesional adornado con una impecable camisa blanca. Sus pasos resonaron por el pasillo mientras caminaba con determinación hacia la mesa del comedor, dejando su bolso en el suelo con un ruido sordo. El peso de la bolsa parecía haber pasado factura a su hombro, lo que la hizo masajearlo instintivamente para obtener algo de alivio. Después de unos momentos de respiro, continuó su camino hacia la cocina, con su destino claro en su mente.


En la cálida y bulliciosa cocina, la garganta reseca de la mujer suplicaba alivio. Cogió un vaso alto y transparente y lo colocó debajo del chorro de agua que salía del grifo. El líquido frío entró en el recipiente, llenándolo hasta el borde con energía rejuvenecedora. Con un suspiro de satisfacción, cerró el grifo y se llevó el vaso a los labios. Cada sorbo fue como una explosión de hidratación, saciando su sed y vigorizando su cuerpo cansado. Cuando volvió a colocar el vaso vacío sobre la mesa de madera del comedor, se sintió renovada y lista para reanudar sus actividades diarias.


Siguiendo su recorrido por el espacioso apartamento, la mujer se desliza con gracia hacia el lujoso baño. Mientras camina, se desabrocha el abrigo, dejando al descubierto las capas que hay debajo. Con cada prenda que se quita, se quita el peso de su atuendo profesional y comienza a sentir una mayor sensación de liberación. Su abrigo, confeccionado a la perfección, se desliza sobre sus hombros como una segunda piel. La impecable camisa blanca que lleva debajo está cuidadosamente desabrochada y queda abierta, dejando al descubierto un toque de delicado encaje de su sujetador. Sus pantalones se quitan con facilidad, dejando al descubierto unas piernas tonificadas que la han ayudado a superar innumerables desafíos. Con sus capas exteriores desechadas en un cesto de la ropa sucia, se acerca al espejo, despojándose de más capas de expectativas sociales. Se desabrocha el sujetador, se libera de sus confines y deja que se una al montón de ropa. Sus bragas hacen lo mismo, dejándola completamente desnuda frente al espejo. Se toma un momento para admirar y apreciar su cuerpo en todo su esplendor. Es un momento de vulnerabilidad y autoaceptación, un ritual privado reservado sólo para la seguridad de su propio hogar. El apartamento le ofrece un santuario, un espacio donde puede ser ella misma sin juicios ni expectativas. Y mientras se prepara para darse un baño caliente, aprovecha la oportunidad de realizar una limpieza tanto física como mental. Mientras se acomoda en la profunda bañera, contemplando el intrincado techo de arriba, sus pensamientos se alejan suavemente. Reflexiona sobre los obstáculos y triunfos que la han llevado hasta este preciso momento. Es un momento de introspección, donde se permite procesar y darle sentido a su viaje hasta el momento. Pero en medio de todas las reflexiones y contemplaciones, aún persiste la incertidumbre sobre lo que nos espera.


Como si un maremoto la hubiera golpeado, una intensa ráfaga de mareos la invadió, haciendo que su visión se nublara y su cuerpo temblara incontrolablemente. Sus piernas cedieron debajo de ella y se desplomó en el suelo del baño, con la toalla todavía aferrada en su mano temblorosa. El mundo a su alrededor se volvió negro cuando cayó inconsciente, incapaz incluso de envolverse en la toalla o salir del baño.


Los minutos pasaron, la mujer yacía inmóvil sobre el frío suelo de baldosas. Sus rasgos eran serenos, como los de un ángel dormido. Lentamente, las comisuras de su boca comenzaron a girar hacia arriba, una leve sonrisa apareció en sus labios mientras la conciencia regresaba a su cuerpo. Era como si renaciera, partiendo de nuevo de un sueño tranquilo. Poco a poco, sus ojos se abrieron, revelando tonos vibrantes que brillaban con vida una vez más.

Marvel: Como la Mujer MaravillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora