Marvel: Como la Mujer Maravilla

Aterrizaje fallido de superhéroe

Me puse la tiara y agarré el lazo antes de saltar por la ventana, volando para prepararme para enfrentarme al Universo Marvel a mi manera única.

Sólo para que me cayera en el callejón de basura al lado de mi ventana,Debí haber practicado, sólo tengo los poderes de Wonder Woman, no su experiencia.

En el callejón, Diana estaba tirada en el suelo en una postura cómica, con el trasero levantado en el aire.

Al menos confirmé que tengo alta durabilidad.

El rostro de Diana estaba apoyado contra el sucio pavimento del callejón, su cuerpo contorsionado en una posición embarazosa. De repente, apareció un hombre y se detuvo en seco, con los ojos fijos en el trasero expuesto de Diana. Luchó por levantarse, maldiciendo su falta de experiencia en el uso de sus poderes en público. "Nota personal", murmuró, "practica antes de desfilar por la ciudad con mi trasero en exhibición".

"Bueno, bueno, ese es un buen culo".

Aquí viene el novato villano de carne de cañón Noname.

Cuando se puso de rodillas, el hombre se alzó sobre ella con una sonrisa engreída. Pero tan pronto como ella levantó la cabeza, él buscó su cremallera. De repente, dejó escapar un grito y se dobló en agonía: Diana le había apretado bien las pelotas. Cuando ella se puso de pie, el hombre cayó al suelo, agarrándose la entrepierna en señal de derrota.

"¡Ahhhhhhhhhhhh!"

Diana se acercó un poco más, su feroz determinación contrastaba con el cuerpo tembloroso del hombre. Las lágrimas corrían por su rostro mientras tropezaba hacia atrás, pero no podía superar su velocidad sobrehumana. Ella lo alcanzó fácilmente y presionó su pie contra su pecho, inmovilizándolo con facilidad. En cualquier otro contexto, un hombre habría quedado hipnotizado por su impresionante figura y su letal belleza. Pero en esta extraña situación, parecía una diosa de la muerte que venía a reclamar a su próxima víctima.

"Si alguna vez te vuelvo a ver, te juro que te perseguiré" habló Diana con voz fría.

"¡Ahora lárgate!"

En un instante, el hombre salió disparado hacia la noche, dejando atrás sólo un débil grito que resonó por el callejón. Ella sonrió con picardía y rápidamente saltó de regreso a su acogedor apartamento a través de la ventana abierta, justo a tiempo para la llegada de la policía curiosa y los vecinos entrometidos.