𝐔𝐍𝐀 𝐇𝐔𝐌𝐀𝐍𝐀 ha estado viviendo una vida "normal" hasta el momento en que se despertó en la oscuridad, en una celda y se dió cuenta de que no estaba en su mundo, si no en uno con criaturas majestuosas y aterradoras.
𝐄𝐋 𝐑𝐄𝐘 𝐃𝐄 𝐇𝐘𝐁𝐄�...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
✩｡:*•.──── UNA CORTE DE ROSAS Y ESPINAS ────.•*:｡✩
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
»»----- ★ -----««
Me desperté tranquila, descansada. Me levanté y me senté en la cama, recordando la noche anterior. Había salido con Mor y había sido de las mejores noches de mi vida. Lo había pasado genial con ella. Había olvidado todos mis problemas, solo me había centrado en una cosa: divertirme.
Los rayos del sol entraban tímidamente por la ventana, iluminando la habitación con una cálida luz matutina. Me estiré perezosamente y sonreí al recordar los momentos de risas y complicidad con Mor.
Me levanté y me dirigí al baño, donde me lavé la cara y me cepillé los dientes. Salí del aseo y fui al armario, para ver qué ponerme el día de hoy.
De repente, la puerta de la habitación se abrió con un crujido. Me sobresalté, mi corazón comenzó a latir con fuerza mientras me giraba para mirar. La figura que apareció en el umbral me sorprendió. Era el mismo hombre al que solo había visto en la sala del trono, herido y destrozado: Cassian. No lo había visto en su estancia ni en ningún otro lugar, y ahora allí estaba, con las alas plegadas a su espalda, parcialmente ocultas. Aunque no pude ver bien el estado de sus alas, su presencia era impactante. Esperaba que estuviese en cama, recuperándose de sus heridas, pero parecía estar en perfecto estado, aunque con sombras debajo de sus ojos.
— ¿Sabes tocar a la puerta? — pregunté, intentando ocultar mi malestar detrás de una actitud desdeñosa.
Él me miró con una sonrisa que, a pesar de la ligereza, parecía genuina.
—Buenos días — dijo con un tono amable que contrastaba con mi tono cortante —. Me alegra ver que estás despierta. ¿Cuál es tu nombre?
Me quedé sin palabras por un momento, sin saber si debía responderle con sinceridad o continuar con mi actitud defensiva.
