Capítulo Uno

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“No importa cuánto te esfuerces, algunas cosas no se acomodan a la nueva era de vida. Y es por esto, es importante que siempre creas en ti, sin importar opiniones ni compares tu vida con otros, algunos no entienden un buen corazón y prefieren destruirlo.”

Mis padres y mi hermano estaban obligándome hace un tiempo a volver a nuestra Isla, luego de estar fuera casi siete años. Kai estaba por ser coronado y su hermana pequeña no podría faltar, porque lo autoritario corría por su torrente sanguíneo y mis padres eran sofocantemente iguales. Al momento de cumplir diecisiete años me marché sin mirar atrás y actualmente tengo veintitrés años y sigo manteniendo el mismo pensamiento de no quedarme cerca de mi familia.
Quería ser una chica fuerte y demostrarlo, estar a la par con mi hermano y no siendo mimada y casada con alguien para terminar como una socialité o simplemente como la princesa de la isla de Prouk. (Isla ubicada en el hemisferio sur y en el océano pacifico.)
Admito que siempre mantendré mi feminidad sin importar donde esté, amó los tacones, los vestidos, el maquillaje y el romance en su forma más inocente y dulce. Pero, una parte de mi se ganó la oscuridad de estar en el ejército y creó una pequeña capa de indiferencia o quizá dureza.
No fue fácil los primeros dos años en este lugar, muchas veces me trataron de débil hija de papi, me golpearon, ocultaron y rompieron mis cosas. Simplemente era el juguete de algunos, esos algunos que terminaron por desertar o no sobrevivieron a las estrictas normas en los siguientes años.
Lo que jamás olvidaré fue el día en el que me defendí y supieron que no solo era la hija de papi, era una maldita perra reprimida. En ese tiempo nos habían pulido en defensa personal, uso e identificación de armas, logramos pasar pruebas de fuego para controlar nuestras emociones y aguantar dolor físico, y soporté mucho con mis propios compañeros. Solo que Smith se lo buscó y lavar los baños con su maldito cepillo de dientes también.
Después casi volarle los huesos maxilofaciales con mi pie derecho, me dieron un castigo en nada comparado al del chico golpeado, y sí había otra vez sería sancionada. El ver a su estúpido grupo sorprendido porque la pobre débil había sido una perra todo el tiempo, me incrementó el ego y mi orgullo de ser una maldita princesa millonaria de un país.
Logré enfocarme en seguir entrenando y perfeccionandome día y noche con ayuda de mi coronel Bortnik y del diario pensamiento de llevarles orgullo a mi familia al otro lado del mundo. A quienes  en lo posible evitaba entregándome ese tiempo para estar en  entrenamiento o alguno que otro pequeño operativo.
Mi categoría había subido a sargento primero del comando antinarcóticos y apenas recibí mi otorgamiento quise llorar y esa noche pensé en llamar a mi madre para contarle sobre mi esfuerzo. Sin embargo, me ganó la cobardía. Me había titulado en administración empresarial y ciencias sociales, algo acorde a mi título de princesa.
¿Chicos?
Hubo uno antes de alejarme de Prouk mi lugar natal, y me arrepiento profundamente de ello. Fuera de la isla solo eran citas a lo lejos o amigos del ejército, pero estaba muy intrigada con el hombre que últimamente ha estado enviando cartas a mi nombre, entendí que era una persona de las islas cerca de prouk, exactamente no sabía de cual. Había recibido hace poco una de sus cartas y con tanta curiosidad le solicité su número con la idea de conocer más de él y apagar la intriga. Además, su primera carta podría ser inolvidable, tal vez para mí, se las leeré.

“Princesa Isadora,
Hace mucho tiempo que quería enviar una carta, pensé demasiado en hacerlo, y sé que me preguntarás cómo es que sé dónde estás y cómo es que llegó esta carta a tu destino. Me disculpo por investigar, pero tu belleza e inteligencia siempre me han mantenido enamorado. Ya no soporto tenerte fuera de mis ojos, han sido muchos años que he callado todo lo que me provocaste el primer día que te vi. Me he informado que has ganado el rango de Sargento y no tienes ni la menor idea de cuánto he deseado estar allí para verte. Ver esos hermosos ojos verdes, esas mejillas sonrojadas y esa actitud desafiante y elegante que tienes.
Ambiciono con todo mi ser el que puedas recibir esta carta y no asustarte con lo intenso que podría llegar a sonar, me imagino tu suave voz leyendo y no puedo evitar sonreír como un estúpido. Pero, yendo al punto, espero que puedas responderme.”

Esta carta fue una total sorpresa para mí, créanme que apenas escuché mi nombre del soldado encargado de la correspondencia pregunté si realmente había dicho mi nombre. Pues claro, era una carta sin información del emisor, lo que me atrajo aún más a leerla.
Ahora recibí una nueva respuesta a la carta que envié hace días y la dejé en mi habitación con la idea de que mis amigos no vieran que otra vez había correspondencia a mi nombre y fueran a leerla, además a diario tenía entrenamiento y administración rutinaria que acortan mi tiempo y poco puedo dedicarme a escribir.
—Eh, Isa. Me han dicho que tienes labor. ¿Cuándo vuelves?
Sacudí la cabeza y me llené del ruido del comedor y de la pregunta de Matt. Levanté la vista, y lo primero que noto son los ojos avellanas y su sonrisa como siempre maliciosa. Mordí mi labio aún perdida y respondí—. Mm, aún no me han dicho, después del entrenamiento iré con el coronel para mayor información.
—Cuando vuelvas podemos hacer algún plan para nuestros días fuera. ¿Qué dices?
Volví a su cabello rizado y castaño al igual que su tez y diablos, envidiaba mucho la hermosa forma ondulada de cada hebra. Tal como dicen que las personas con cabello lacio desean ser rizados y estos desean cabellos lacios. Era real, pero hasta cierto punto porque era tedioso arreglarlo y dejarlo fijo todas las madrugadas, diez minutos para estar lista a veces no era suficiente sobre todo cuando tu cabello es muy largo. Me fijé en la chica de cabello negro que estaba acercándose a Matt y sonreí.

Puede ser, pero hablemos primero con los demás. 
—Hola amor. — Jess lo besó y volvió su mirada a mi posición. — ¿Preparada para este viernes?
Respiré profundamente, creo que tendría que darme tiempo ahora de ir a ver que tal era esa misión. El entrenamiento quitaba mucho de mi ser diariamente y cuando mi cuerpo tocaba el colchón de mi habitación caía rendida y no despertaba hasta las próximas cinco de la madrugada.
Abrazó a Matt por la espalda y dejó su cabeza apoyada en la curva del hombro, él pasó una mano por su cabello negro y su frente para alejar algunos cabellos sueltos. Sinceramente, nunca la he visto cien por ciento peinada. Ella y Matt estaban juntos hace tan solo unos meses, con Roy éramos violinistas y mal tercio cada vez que estaban melosos.
Enfoqué la visión en todo el lugar notando a Mark junto a Devon a seis mesas más allá y medité si ir o no. Entonces, mi estómago comenzó a resentirse… tal vez podría aprovechar al dejar mi bandeja.
—Si…no tengo muy clara la información del operativo, creo qué… — inhalé y exhalé cerrando por un segundo la boca.— Iré a probar suerte.
—No te morderá si te acercas — Había burla e ironía en el rostro de Jess y entre cerré mis ojos percibiendo su broma, porque ella trabajaba junto a él y seguro que tenía suficiente seguridad para pensar eso.
—Solo lo dices porque trabajas con él. —  Resoplé apagando la alarma de mi teléfono y encontré a Devon observándome silenciosamente con mala cara y un escalofrío me recorrió.
Solo…díganme que no les pondría la piel erizada, un hombre altísimo sin importar lo mal que se llevara contigo, te torturara con ejercicios o te tratara como una hija de papi. Sus hombros anchos y también sus brazos me gustaban, sus excesivos tatuajes, buen trasero, piernas y abdomen fuerte. De tez bronceada permanentemente por culpa de Texas, cabello castaño y ojos fríamente verdes.
Me levanté del asiento y me despedí de los chicos, soportando la rápida e intensa mirada del hombre recién nombrado, aquellos ojos podrían enviar a alguien al precipicio. Mordí la manzana mientras avanzaba para verme distraída y no intimidada por sus ojos.
—Buen provecho coronel. — Mark soltó su cubierto a la hora de oírme y me sonrió paternalmente. Me giré sutilmente a la otra persona mientras carraspeaba. — teniente, no me ha dicho nada sobre la nueva misión.
Dio un bocado y un asentimiento de su cabeza. — Lo siento, Russo. No he tenido tiempo, puedes pasar a retirar el informe al atardecer.
Hice una mueca algo molesta porque me enfurece el que no me entreguen la información a tiempo. A él le divertía verme molesta desde que me conoció y seguro que nuevamente lo hizo con la intención porque era un increíble idiota. Apreté los labios e ignoré su presencia.  Me giré al coronel que estaba con su ceja levantada ante la tardanza de la tarea del super teniente y vi como suspiraba fugazmente, las peleas de Devon y yo siempre lo sacaban de quicio y esta vez no era la excepción.—Isadora Preséntate hoy en mi oficina para ver los detalles de tu salida.

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