Capítulo Seis

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Cuatro días después aún seguía recordando en como Devon había destruido su oficina en un ataque de rabia por la pequeña broma de mi parte.  Porque... vamos, lo que hice todo el mundo podría hacerlo y no me esforcé un pelín. Él tiene a muchas más personas interesadas, posiblemente algunos como enemigos en potencia, en hacerlo enojar y verlo lastimado, estresado y muchas, muchas, cosas mas. Además, solamente duró tres días sin ser capaz de reprenderme, pensé en que su rabia debia mermar o podria estrngularme contra su escritorio hasta dejarme sin ire.

Dos  días atrás

Había llamado a Jess para pedir su ayuda, sin decirle nada a Matt o sería algo realmente grave.

—Jess ¿Estás segura de que vendrá? — mi nerviosismo se hizo presente sobre el micrófono del celular y levanté la mirada de este fijándome en los detalles terminados en la oficina de Devon.
—Afirmativo. En cinco llega, sal de allí ahora mismo o te encontrará y perderás todo.
Corté la llamada y me alejé de la puerta manteniendo cuidado con todo y créame que fuí capaz de esperar los cinco minutos escondida en la habitación de conserjería frente a mi objetivo.
Mis dedos estaban jugando entre sí con nerviosismo y escondidamente algo de miedo o quizá pánico. Toda emoción se bloqueó cuando divisé a Devon a tres pasos de su oficina enseñándome su ancha espalda cubierta con una camiseta verde muy ajustada.  Miré su cabello corto y me dieron ganas de pasar mis manos solo para quitarme la idea de saber si era áspero o suave. Pero, tuve que sacudir mi cabeza y despejar todo el buen sentimiento de empatía y justo al momento de ver cómo cayó sobre él la pintura brillante, el pegamento de larga duración y luego las plumas. Apreté el botoncito entre mis manos y comenzó a sonar una canción Sexy and i know it. Con eso dudo que más tarde pueda dormir tranquilo y noté como algunos comentaron.
—¡¿Qué car…?!
Oí su sorpresa y posterior un gruñido totalmente iracundo. Cerró la puerta detrás de él con un portazo del cual pensé que la puerta ahora si quedaría giratoria o pasaría de largo y seguro que estaba intentando quitar el sonido horriblemente molesto, sinceramente tuve mucha suerte de que no hubiese nadie a la hora de armar todo y con algo de disuasión dejé que las camaras de seguridad no lograrán captar el responsable de la sorpresa.
Aguanté la creciente risa, apretando mis labios y respirando profundamente para salir del lugar mientras se oía estruendo por estruendo y su voz enardecida. Me alejé, desatendiendome de lo sucedido y caminé feliz entre las personas, recordando que el rosado brillante resaltaba en la piel de mister teniente.

Presente.

Si me hubiese esforzado en cabrearlo aún más posiblemente estaría siendo sancionada o realizando algún tortuoso castigo por su parte y la tristemente de Mark.
Entonces… heme aquí a un paso de su oficina limpia y arreglada. Tomé aire dándome confianza de aguantar lo que sea que haga.
Al entrar, Devon se encontraba detrás de su escritorio con las palmas sobre este tomando todo el peso corporal, alcé la mirada a sus hombros tensos y juré escuchar sus dientes crujir al oír mis pisadas, mientras me sentaba observé minuciosamente su mano izquierda vendada y con cierta calma moví mis ojos a los suyos  — Debo decir que el rosa te sienta muy bien Devon, puedo conseguir curitas del mismo color para que las combines.

—¡Joder! — gritó y golpeó el escritorio. No me sorprendió su agresividad, era una ardua y constante costumbre durante seis años. Lo que sí me distrajo fue como lentamente una mancha roja apareció entre el vendaje y la herida abierta me preocupó —  Esta no se la dejaré pasar Sargento.
Respondí incrédula—¿Como tu estúpida bromita de dejarme en ropa interior frente a medio batallón? me debías respeto… — chasqueé la lengua y negué divertidamente. — y yo me las cobré teniente.
—Eres bien ingenua al no pensar que esto amerita un castigo, Russo. — sus dientes se apretaron y siseó con rabia sin ser capaz de bajar su mirada.
Me levanté con una sonrisa maliciosa al notar como seguía mis movimientos y lamí mi labio lentamente notando como su garganta estaba trabajando duro, lo hice para tan solo provocar y usé algo de seducción. Bueno digamos que igual estaba algo oxidada en esto, sin embargo, algo me decía que debía hacerlo — Dígame, ¿Realmente necesito ese castigo?
—Sí. — su voz estuvo a un decibel de flaquear y dejé escapar media sonrisa.
— Sin miedo al éxito teniente. — Pasé mis dedos sobre su mejilla hasta llegar a sus labios sintiendo sus molestos ojos y quién diría que su tonta broma me daría el coraje de tocarlo sin miedo. — oh, aún tienes algo de brillo aquí.

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⏰ Última actualización: Jul 18 ⏰

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