ROXI
¡Ha amanecido, y yo no sé qué es exactamente lo que ha pasado la noche anterior!
Toda mi cabeza es un lío. Mi marido apenas me ha dirigido la palabra esta mañana. Le he dado de desayunar pero ni siquiera me ha mirado a los ojos. Luce enfadado y no es para menos. Lo vi pálido, horrorizado y muy molesto. En cambio, Gael, el pervertido de mi sobrino, ha amanecido como un fresco.
Durante el desayuno americano que preparé la cabeza no dejó de dolerme ni palpitarme en ningún momento. Antes me cambié con mucha dificultad. Luego procuré no hacer ningún comentario raro porque no quería que Jesús me reprochara nada, si de por sí, cuando dije algo sobre que por poco no me levantaba de la cama, él me respondió con un severo "Si dejaras de actuar como una jovencita a lo mejor te levantarías sin ninguna dolencia, por favor, que ya estás grande, Roxana, ya eres casi una abuela."
Y ese comentario me bajó todo el ánimo de la mañana. Entiendo que estuviera molesto conmigo, pero no merezco que me diga esas cosas tan horribles. Me ofende. Me sobaja, como si él no fuera un calvo con panza de tambor.
Durante el desayuno me he preguntado qué mierdas ha ocurrido. Es que juro por Dios que no me acuerdo de todo, en verdad. Solo veo espejismos. Imágenes difusas. Pero nada más.
Cuando se fue mi marido a trabajar ni siquiera me dijo que ya se iba, no me dio un beso en la frente ni me dijo nada sobre que tuviera un buen día, así que me quedé en silencio, viendo cómo Gael me dedicaba una sonrisa burlesca que yo no pude interpretar.
—Vete al instituto —le dije fríamente al levantarme de la silla. Ni siquiera tenía apetito.
—Siempre nos vamos juntos en el coche, tía.
—Hoy me reportaré enferma porque no me encuentro en condiciones para presentarme allí. Ya te he dicho dónde puedes agarrar el autobús para que te lleve al instituto —continúo con severidad.
Gael vuelve a sonreír, y a mí me aterroriza esa mueca, ese gesto tan depravado, esa mirada tan engrandecida. Lo peor es que me da mucho miedo preguntarle qué ha pasado la tarde-noche anterior. Él sabe lo que ocurrió, de lo contrario no me miraría de esa forma tan irónica. Tan cómplice. Tan acusadora.
¿Me habré comportado indecentemente con o delante de él? ¿Le habré dicho algo impropio a mi marido?
Lo único que sé es que Jesús vio o escuchó algo de mí que no le pareció (además de mi lamentable estado de embriaguez, evidentemente) eso justificaría su indiferencia durante la mañana, antes de irse a trabajar. Ni siquiera dejó que le sacara su ropa de trabajo del closet, lo que significa que está sumamente molesto conmigo.
Además... me duele el cuerpo, las piernas y... un poco (y no sé por qué) la entrepierna. ¿Qué mierdas ocurrió? De lo demás, no sé nada. En verdad que no lo recuerdo.
—¿Estás enfadada conmigo por algo, tía Roxi? —me preguntó Gael esta mañana cuando yo subía al cuarto.
Al mirarlo, él estaba de pie en el recibidor, con su mochila del instituto puesta y con sus ojos profundos atisbándome con curiosidad.
El cabrón es tan bien parecido que me estremecí, a la vez que me sentí avergonzada por dentro.
—¿Debería de estarlo? —le respondí agresiva—. Por favor, Gael, ya habrá tiempo de hablar. Ve al instituto y no me fastidies.
—¿En verdad te quedarás sola, tía? ¿No prefieres que me quede contigo para acompañarte? Te juro que te veo fatal.
¿En serio este cabrón es tan cínico para decirme cosa semejante, después de todo lo que ha pasado?
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FANTASÍAS DE UNA MUJER MADURA
General FictionRoxana es una mujer casada, decente, severa y una profesora respetable que verá cómo su vida se va en picada tras la aparición de su joven y perverso sobrino Gael, a quien acoge en su casa sin saber que volverá su vida en una morbosa y horripilante...