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"Abrí mis ojos en mi habitación. Era extraño, mi madre no me suele dejar dormir hasta tarde, además, Sakura suele esperar por mi antes de las diez por lo que, seguramente ya voy tarde.

El sol entraba por la ventana de forma más vertical, fácilmente, eran las doce del medio día, hacia calor y por lo que podía ver sin moverme, el día era hermoso.

Todo parecía normal, sin embargo, al intentar levantarme el dolor inundo mi cuerpo.

Mi espalda me dio puntadas en todas partes, eran tan poderosas estas puntadas que, sentí incluso las ganas de llorar y al final, como si fuese más que yo, me quebré en un alarido de dolor supremo."

Abrí mis ojos, era de noche, a mi lado Hinata estaba acostada. Eran las cinco de la mañana, mi reloj marcaba aquello por lo que, solté un pequeño suspiro al ver a la hora que me desperté. Mire a mi amada, dormía como roble... y como para no hacerlo. Ayer, por primera vez probo el alcohol y vaya, creo que no le sentó para nada bien... menos porque a pesar de ponerse realmente dominante conmigo, cuando íbamos a llegar a nuestro mejor momento, ella cayo rendida sobre mí.

Mas que "frustrarme", la escena me causo tanta gracia que, decidí acostarla a mi lado y me abracé a ella.

No me importaba quizás, no tener un momentico si a cambio, tenía esto solo para mí. Sin embargo, en este instante el problema era distinto. Tenía un sabor horrible en mis labios y no era producto de algo que hubiese ingerido... era producto del recuerdo.

Me senté un instante en la cama, mantuve mi mirada en ella y luego, soltando un pequeño suspiro, me levanté esquivándola.

Me dirigí al baño, me duche, me lave los dientes y luego, mirándome de espaldas en ese gran espejo... note aquellas cicatrices producto de las tres operaciones que en mi cuerpo había.

El dolor experimentado volvió a mi como si de una ráfaga de viento frio fuese. Era cierto, era otro país, era otro momento, era otro tiempo... pero ahí estaba, recordándome que, por algún tiempo yo fui preso de mi propio cuerpo.

Sali en ropa interior, me acerqué a nuestro ropero, agarre uno de mis pantalones para trabajar, mis zapatos de seguridad y sostuve una remera de las que Jiraiya me daba. Me iba a colocar aquello y sentí las suaves manos de ella. Sus dedos acariciaron una de mis cicatrices y luego su mano rodeo mi vientre.

Me sonreí ante su tacto - ¿A dónde vas? – su tímida voz me hizo girarme.

- buenos días pequeña alcohólica – ella se sonrió y luego me regalo un suave beso – iba al taller, tuve una pesadilla – hizo un pequeño puchero y aun teniendo mi torso desnudo ella deposito un pequeño beso en mi pecho.

- que mal... ¿no quieres... volver a la cama? – me sonreí ante ella que, rodeo mi cuello con sus manos - ¿conmigo?

- ¿me estas proponiendo algo cometa? – ella se sonrió divertida y miro hacia nuestro lecho de amor.

- quizás... se me ocurre algo mejor – la observe curioso - ¿me puedes esperar?

- ¿esperar? – algo confuso la observe.

- a que me dé una ducha...

- ah... ¿seremos dos en el taller? – ella se sonrió feliz y termine asintiendo.

- ¡genial! – baje a preparar el desayuno mientras ella se iba a bañar. Obviamente, comeríamos en el camino.

Verla bajar con su ropa de trabajo y un par de camperas me hizo bajar mi mirada con una pequeña mueca. Me encantaba verla, la verdad es que siempre era un buen augurio estar cerca de ella y siendo sincero... en este momento de mi noche, me sentía algo cautivado por su presencia.

El Cometa Purpura (NaruHina fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora