Era un fin de semana, un domingo para ser precisos donde recibió una llamada por parte de sus amigos que no quería tener por el hecho que le pedirían algo que no quería hacer.
Todo era algo que lo ponía entredicho, su situación era precaria y deprimente en su casa, su madre no ganaba lo suficiente para solventar algunos gastos de la casa y su padre no se hacía responsable de esos gastos por su amante que ahora vivía con ella, César no le agradaba la idea de que su hermana y su madre siguieran esperanzadas de que ese hombre que es "su padre" vuelva.
Él odiaba a su progenitor, odiaba el hecho que el fallo a su matrimonio y a sus hijos al entregarse a los deseos de la infidelidad; y ver a su madre desesperada por no tener el dinero para comprarle cosas que ocupaba de la escuela a su hermana consiguió un modo de ganar dinero pero del que no se siente orgulloso.
"César, te ocupamos ahora".
El joven guardó silencio, en esta hora tenían una comida que su madre y hermana planearon para que su padre llegara, para convencerlo de dejar aquella mujer y volver a vivir con ellos.
"No puedo, mi padre vendrá a comer y me necesitan."
"Tu padre no dejará a esa vieja solo por una comidita."
César no dijo nada, era algo que trato de decirle a su hermana y madre durante la semana pero no lo esperaba de uno de sus amigos.
"Voy para allá, no tardo."
Termina la llamada y él sale de su casa para ir a la plaza, donde ellos siempre se reunían y donde se emplearía el negocio.
[...]
Sale de una peluquería un hombre joven, alto, de un buen físico y de buena cara, estaba sucio por la pintura en su camisa sin tirantes.
- Nos vemos en la feria Alcides. - dice una mujer que trabaja en la peluquería, de nombre Charito.
- ¡Adiós Charito!.
Aquel hombre ve a un grupo de adolescentes rodeando a un hombre algo mayor de edad, ve que uno de ellos una pistola, se alarma, sabe que la victima no podría hacer nada.
Él deja la caja de herramientas que tenía en su mano y va corriendo hacia ellos.
[...]César mira a un hombre más alto y fuerte que a él acercarse a ellos, ese hombre se fue en contra de uno de sus amigos que tenía un arma en sus manos; no tenía idea de que él la trajo y solo vino a darles señales para cuando atacar pero jamás se espero que llegaría alguien en detenerlo.
Todos hicieron bola aquel hombre y César miraba hasta que tuvo que ayudar, sin quererlo le pegó en la entrepierna; uno de sus amigos le quitó al anciano sus posesiones y le quitó un dinero aquel hombre que trato de defender al señor, ya teniendo todo se fueron corriendo.
Aquel adolescente miró atrás, vio a ese hombre siendo levantado por el anciano que intentó salvar, en su buen corazón quiso volver y ayudarlo pero sabiendo el problema que se metería se fue.
Llegó César a su casa viendo su su mamá y hermana arregladas para la ocasión, él llegó a la cocina para llevar la comida; todo iba bien hasta que miró a su hermana con una cara pálida y triste.
-Jenny, ¿Qué pasó? - pregunta.
- Mi papá no podrá venir...
Hubo un silencio, una lágrima se derramó de la chica.
- No tengo hambre, gracias.
- Jenny, ¿Es enserio?. ¡Tu nunca quieres comer!. - El chico está molesto, pensando que ese hombre no quiso estar por su amante.
- César, hijo. - El muchacho vio para atrás y estaba su madre. - Hoy hay una feria, dile a tu hermana que nos acompañe. - vio que su madre lloraba y se secaba sus lágrimas.
- Si ma, voy a decirle.
Aquel adolescente fue al cuarto de su hermana, le desagradaba la idea de ir tras su hermana pero por su madre haría cualquier cosa hasta si tuviera que matar a alguien si eso la hacía feliz.
[...]
Un hombre de estatura baja y poco atractivo se encuentra a una mujer de pelo recogido en una coleta demasiado alta, ese hombre bajo es conocido como Quintín y estaba con Charito que está acompañada con Don Renato.
Don Renato es el dueño de la estética donde trabaja Charito, ahí se hicieron muy buenos amigos y la acompañaba por una razón que le parecía absurda, su amiga creía tontamente que un hombre, amigo de Quintín, está perdidamente enamorado de ella pero que tiene miedo de decírselo solo que Renato no ve ese "enamoramiento" de ese hombre sino en Quintín.
Quintín ve a lo lejos a su amigo que esta bien vestido pero la cara no lo favorecía, estaba golpeado.
- Que hubo Alcides, ¿Qué te pasó en la cara? - dijo su amigo, que se decían entre sí compadres.
- Fue un asalto. - dice de golpe - pero ya estoy bien.
- Ay pobrecito de ti Alcides. - Charito se acerca al rostro del quien acaba de llegar y pone sus manos en aquel rostro. - Mira como te dejaron, todo golpeado.
- No me toques más que me duele. - ella lo suelta. - ¿Jugamos la lotería?
A los cuatro le parecía buena idea y juntos se fueron al puesto donde estaba el juego.
[...]
César junto con su hermana, un amigo suyo y su madre llegaron a la feria, veían a los niños pasar corriendo y sus padres siguiéndolos con un paisaje lleno de máquinas pintadas de colores recordando aquellos momentos felices de su infancia.
Su hermana se fue con su amigo en lo cual el sospecha que los dos salen de un modo romántico, César fue con su madre a pasear por la feria comiendo unas papas fritas con salsa Valentina que compraron en la entrada, miraban el lugar y platicaban, él platicaba sobre su interés en ser un futuro un maestro y en cómo le daría todo lo que quisiera, todo se encontraba bien hasta que su madre ve al frente y saluda.
- ¡Don Renato! - toma fuerte la mano de su hijo y lo lleva a donde mira.
- Rosaura, qué bueno verte. - Renato saluda alegre a la madre de César y la saluda. - ¿El es tu hijo?.
- Si, el es mi niño, Cesar.
César saluda aquel señor que saluda a su madre, y ve a un lado viendo quién era, es Alcides.
Alcides era la persona que defendió al anciano que iba asaltar quien también le terminó robando y lo tenía cara a cara.
- Hola joven. - Saluda aquel hombre. - Soy Alcides.- El reconoce que ese chico fue uno de los rateros que lo asaltaron.
- Hola...- dice nervioso y mirando a otro lado. - César Salgar...
Su madre empezó una plática con Renato, Alcides miraba a Quintín fallando en ligar a Charito y César miraba a otro lado creyendo que así no lo reconocería.
- César ... - habló Alcides. - ¿Quieres acompañarme a comprar un elote?
César no dijo nada al principio, pero sabía que estaba mal no responder o negarlo.
- Si, vamos por tu elote. - dejó de mirar hacia otro lado y lo miró, tragando saliva.
Esto es un poco de lo que tratará este libro, está basado en una novela de México, espero les guste.
ESTÁS LEYENDO
𝓜𝓮 𝓰𝓾𝓼𝓽𝓪𝓼 𝓶á𝓼 𝓺𝓾𝓮 𝓾𝓷 𝓮𝓵𝓸𝓽𝓮
FanfictionCesar, un chico de preparatoria conoce a Alcides, un pintor y electricista informal que en una feria le invitó un elote. "Oiga mi chaparro, ¿Quieres un elote?" "Sobres"