Capítulo 5. Háblame con la verdad.

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Las hojas de los árboles se mecían suavemente, empapadas y brillantes, mientras el aire fresco y húmedo envolvía todo a su alrededor. La lluvia caía sin cesar, creando un suave murmullo que se mezclaba con el sonido de las gotas golpeando el suelo.

Bajo el manto de la lluvia y con la mirada perdida en el cristal de una ventana cercana, Geto no prestaba atención a nada más. Su mente estaba atrapada en un laberinto de pensamientos, ignorando el mundo exterior. La escuela se veía desierta; sus pasillos vacíos y las pocas personas que aún habitaban allí estaban encerradas en sus habitaciones, buscando refugio de la tormenta.

Las gotas de lluvia caían como lágrimas del cielo, y en ese momento, Geto sentía que cada una de ellas llevaba consigo un susurro de sus propias penas. La soledad lo envolvía como una manta pesada, mientras se preguntaba si algún día todo volvería a ser como antes o si existía alguna máquina capaz de revertir el tiempo y borrar su dolor. No le importaba si eso significaba quedar en blanco; simplemente deseaba escapar de su angustia.

"Desde aquel día he tratado de convencerme... no hay nada malo... todo está bajo control... las misiones son cada vez más difíciles de ejecutar." Cerró los ojos con fuerza, intentando que sus "pequeñas voces" que lo acompañaban se apagaran. "No comprendo, ¿qué pasa? El tiempo se va acabando y esto aún me persigue... el aire me pesa más de lo habitual... el clima ha cambiado... pero yo..."

La lluvia aumentaba y con ella el peso de sus pensamientos. Su cuerpo se tensaba, cada vez le resultaba más difícil levantarse y realizar alguna actividad; solo quería dormir. Pero, ¿cómo hacerlo? Si cada vez que cerraba los ojos tratando de descansar, seguía viéndolo y viviéndolo todo.

No hay peor película de terror que esta...

Aquí los villanos ganan...

Aquí no puedes escapar...

¿A dónde...?

En ningún lugar se puede estar a salvo...

Ellos volverán... cuando menos lo esperes.

La fuerte lluvia cesó, dejando un ambiente húmedo y frío. A su alrededor, el mundo parecía moverse con una ligereza que Geto no podía alcanzar. Con el rostro pálido y los ojos apagados, se preparó para levantarse. Apoyando sus manos en la agarradera de la banca, sintió cómo su cuerpo se resistía a la acción.

Cada músculo de su ser estaba pesado, como si estuviera arrastrando una carga invisible que lo mantenía anclado al lugar. La agarradera de la banca crujió bajo su peso mientras intentaba incorporarse. Su mente luchaba entre el deseo de levantarse y la inercia de la tristeza que lo envolvía como un abrazo gélido. La tensión en sus brazos era palpable, cada fibra de su ser se oponía al movimiento.

Finalmente, con un gran esfuerzo, Geto logró erguirse un poco. La realidad se sentía distante y borrosa, y cada centímetro que avanzaba hacia la libertad era un recordatorio de lo complicado que era salir de su propia prisión... como un pájaro que revolotea en su jaula tratando de escapar. Con un suspiro entrecortado, miró hacia el suelo antes de dar el siguiente paso, sintiendo que cada movimiento era una batalla contra las sombras que lo acechaban.

Sin embargo, cierto albino lo observaba a la distancia. Ya había transcurrido exactamente un mes; no obstante, nada parecía cambiar. Cada vez que veía a su amigo, pensaba en una cosa:

¿Hasta cuándo seguirá esto?

Satoru era consciente de que no podía regresar con Yaga e insistirle en las citas de Suguru, ya que podría suceder lo mismo que la última vez. Después de aquella ocasión en la que Yaga citó a Geto para que le informara si asistía a las citas y este último lo afirmó, tuvieron otra reunión. Sin embargo, esta vez Yaga se enfureció y envió a Gojo a múltiples misiones seguidas con el objetivo de cansarlo o quizás mantener su mente ocupada para que dejara de pensar en esa situación.

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