Recuerdo cuando estaba en la iglesia (cristiana evangélica) cuando incluso hice parte de la alabanza.
En ese entonces tenía que cumplir ciertos "requisitos" para poder hacer labores importantes en la iglesia, como hacer parte del grupo de alabanza; para esas fechas tendría no más de 12 años y desde entonces había crecido en un entorno en el que solo se hablaba del amor y la obediencia hacía Dios, yo creía firmemente en ello, para mi era una aberración fallarle, entonces desde muy pequeña fui muy dura conmigo misma y me alejé de cualquier cosa "mundana" que pudiera alejarme del amor de Dios.A los 12 años estás entrando en tu adolescencia y en ese periodo es imposible no empezar a sentir y experimentar cosas, recuerdo que en ese entonces en el colegio estaban muy de moda los vídeos sexuales y de gore, cosas que yo no compartía. Mis compañeros varones siempre hablaban del tema y me preguntaban si nunca había visto porno o si nunca me había tocado, yo no tenía idea de que era eso, no era de mi interés. A raíz de negar lo que mis compañeros varones me preguntaban, asumían al instante que yo era marica, me molestaban por ello, por nunca haber visto un par de senos y tocarme con eso.
Aunque no me interesaba en lo más mínimo ver esos vídeos, igual siempre surgió en mi una gran curiosidad al respecto, quise experimentar... Al principio fue asqueroso, pero noté algo al instante tenía una fijación muy específica con la pornografía homosexual, había algo en todo ello que me generaba demasiado interés, empecé en lo oscuro de mi cuarto a explorar ese mundo, nadie lo podía saber.
Después de mucho tiempo, empecé a obsesionarme con historias románticas homosexuales, historias en las que surgía un amor prohibido, en las que había una identidad oculta y en el fondo, me imaginaba a mi misma siendo parte de esos relatos, todo ello lo hacía a escondidas mientras normalmente adoraba a Dios en la iglesia, mientras predicaba en contra del homosexualismo y la mariconada en la iglesia. Me sentía perdida, no sabía qué o quién era, lo que me gustaba o a quién obedecer, mis sueños de ser una gran líder en la iglesia, de adorar a Dios todo eso lo estaba poniendo en duda, me sentía como una farsante, una vil pecadora, sentía que estaba perdiendo la cabeza.
Un día común y corriente el pastor de mi iglesia me llamo para hablar personalmente conmigo, no estaba acostumbrada a ello y cuando eso pasaba era normal que era porque algo malo había pasado. Me llamó a la sala de su casa y me dijo, "hermano, tenemos que hablar de un tema muy delicado", sacó su biblia y empezó a hablarme sobre la inmundicia sexual, del porqué estaba mal corresponder a tus deseos sexuales. Luego de un buen tiempo de versículos y reflexión, me confrontó y me dijo que sabía lo que yo hacía, que consumía pornografía homosexual, en ese momento arrebató mis sueños de cantar en la iglesia, de servirle a Dios me humilló y me hizo saber que era una hija de satanás, me hizo arrepentirme de mis pecados, me dijo que necesitaba una liberación urgente de todos los demonios de impureza sexual y homosexualismo que tenía adentro. Me sometieron a muchas oraciones, visitas y liberaciones, cosas que recuerdo traumáticamente.
Después de un buen tiempo me dí cuenta que nada de eso sirvió, nada de eso fue suficiente, me sentía igual, como una farsa, como un ente que se estaba ocultando en un cuerpo y una identidad que no le pertenecía, con gustos diferentes, con pensamientos diferentes. Siempre que intentaba expresarme, pasaba lo mismo, me llamaban a la sala del pastor, oraban por mi, echaban demonios, pero seguía igual.
Un día y el último que recuerdo, fue la última vez que estuve en la sala del pastor, esa vez me dijo algo que siempre se quedará grabado en mi cabeza "usted es un árbol de ramas hojas y raices secas, algo que nunca prosperará, como un tizón que está en el infierno, algo que ya no tiene remedio". Desde ese momento pensé, tal vez tenga razón, tal vez no estoy para servirle a Dios, a un Dios que discrimina, que segrega, que daña, un Dios que castiga, un Dios que odia, un Dios que me hizo sentir triste toda mi infancia y toda mi adolescencia y aún mi juventud.
En ese momento decidí no volver a pisar esa iglesia y no pensar en ese Dios, no pensar en ningún Dios. Empecé a pensar en mi, en todas esas cosas que siempre reprimí por ser la hija intachable de Cristo, por ser su amada, porque estaba destinada a ser un gran salmista y pastor, pero salí marikona, artista y "darketa", claramente ya estaba condenada a mil años en el infierno. Desde entonces para la iglesia deje de ser una hermana cristiana y pase a ser el tizón del infierno, la oveja descarrilada, la travesti del barrio.
-Zafiro.
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Ultravesti
PoetryRelatos, poemas, escritos de trans, travestis, marikas, machorras, marichamas, raras, raros, rarxs.