Capítulo 3

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―Venga, Min, reconócelo: te gusta Kleiff.

Dafne y Diana llevaban desde que habían entrado en el despacho con la misma retahíla, y todo porque el día anterior las vieron volver a ella y a Kleiff juntos del exterior.

Le producían curiosidad. Necesitaba saber si eran de fiar después de lo que les pasó la última vez que acogieron refugiados en la guarida de Tierra Vacía. Tras su conversación con Kleiff, había quedado satisfecha con su compromiso e intenciones.

Creía plenamente en el Proyecto y era un líder nato. Calem y Vera eran claramente seguidores de las decisiones que tomara Kleiff como jefe, por lo que, si le consideraba a él de confianza, también los podría considerar a ellos.

Estaba sorprendida de su entereza ante todo lo que acababan de vivir y esa mañana, al levantarse, decidió prepararles un funeral a sus compañeros para que pudieran cerrar aquel momento y comenzar a pasar página, de cierta forma.

―He pensado organizar un funeral esta tarde para sus compañeros.

―Qué buena idea, Min ―dijo Diana―, seguro que les hace mucha ilusión y les vendrá bien.

Minerva asintió y comprobó el teléfono por si había noticias de Nolan. No debía tardar mucho en llegar.

―Sí, sí..., muy buena idea, pero no cambies de tema, que te conozco ―insistió Dafne―. Te gusta Kleiff.

Sus hermanas eran infinitas. Había intentado cambiar de tema desde que habían empezado a hablar de Kleiff, pero no había forma.

―No tenemos quince años, Dafne. No estoy para pensar en esas cosas y menos ahora. No me gusta nadie.

―Tú nunca has tenido quince años, Min. Naciste ya con ese chaleco de camuflaje ―respondió Diana.

Minerva entornó los ojos y se sentó en su silla. Eran agotadoras.

―A mí, el que me gusta es Calem... Pero está con Vera, así que...

―Tienen un rollo raro, esos tres... Me ha parecido oler una vinculación, pero no estoy segura de que sea de Calem y Vera.

Ciertamente, sabía que algo sucedía entre ellos. El día anterior cuando entró en la habitación de Calem, había tanta tensión que se podía cortar con un cuchillo.

Sus sospechas eran que Kleiff y Vera se habían vinculado pero no habían aceptado el vínculo, por ser hermanastros o por cualquier otra razón que desconocía, y luego ella debió empezar a salir con Calem.

Sin embargo, no era de su incumbencia mientras no afectara al resto de habitantes de la guarida. Esa era la norma: podías hacer lo que quisieras con quién quisieras mientras no perjudicara la convivencia.

Al ser tan pocos, tenían muy pocas posibilidades de vincularse, por lo que apenas había vinculados en la guarida. Se emparejaban con quien querían, pero siempre teniendo en cuenta que vivían en un lugar pequeño, donde todos trabajaban y convivían juntos.

No había forma de escabullirse ni marcharse, por lo que era necesario pensar tus acciones y cómo estas pudieran afectar en el futuro.

Por eso mismo, ella apenas había tenido relaciones. Tuvo unas cuantas durante la adolescencia, pero el engaño de Logan, uno de los traidores que intentaron destruir Tierra Vacía, le afectó demasiado. Darse cuenta de que la persona a la que amaba no solo no la amaba a ella, sino que la estaba utilizando fue demasiado doloroso.

Después, tras fallecer su padrastro, tuvo que hacerse cargo de Tierra Vacía y se volcó en ello completamente.

No quería llegar a nada más con nadie o crear una relación más estrecha, por lo que apenas había tenido algún que otro encuentro sexual esporádico.

Caléndula. (Terminada) Crónicas de la Nueva Tierra: Parte IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora