III

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Lucerys estuvo angustiado durante todo el viaje. ¿Cómo no iba a estarlo?, tenía un cuchillo apuntando contra su abdomen, amenazándolo con recibir una apuñalada en cualquier momento. Cosa que, aparte de causarle pánico, le bastaría para flaquear desde su dragón y tener el riesgo de caerse.

Estaba volando con su posible asesina detrás de él. Y todo por su culpa, por confiar demasiado en esa chica de ojos azules, en esa Baratheon que no parecía más que una demente al estar poniendo en juego su vida de tal forma. El Velaryon no comprendía nada, ¿por qué insistió tanto en irse con él antes, si ahora iba a estar actuando de esa forma?

Cassie Baratheon estaba tan callada que no hacía nada más que aumentar la tensión del Velaryon. Ella seguía aferrándose a su cuerpo, sosteniéndose de él para evitar caerse desde el alto cielo sobre el que estaban volando. Era algo obvio, puesto que, una caída desde la altura que estaban significaría una muerte inminente.

Pero Cassie se hallaba muy sumergida dentro de sus propios pensamientos, observando todo el panorama desde la alta altura en la que se encontraban volando. A lo lejos, podía empezar a notar una isla con increíbles estructuras semejantes a las de un dragón.

Era claro deducir que era la isla de Rocadragón, el lugar ancestral de los Targaryen y hogar de los negros, en donde residía la verdadera y legítima reina de los siete reinos, Rhaenyra Targaryen. Cassie sabía qué, de enterarse aquella mujer que estuvo a punto de apuñalar a su hijo, la mataría.

Su cabeza rodaría en aquella isla de enterarse la famosa reina dragón. Entonces, ella ofrecería todos sus servicios. ¿Cuáles?, los únicos que tenía y que estaban segura de que podrían servir, sus conocimientos. La poca información que recaudo tras vivir toda una vida escuchando y siendo testigo de las secuelas que la danza de dragones dejo en todo los reinos.

Ella recordaba cada movimiento dado por los verdes, y hacerle saber de ellos a los negros, sería una gran ventaja para ellos. No hay mejor poder que la que reside en la información, ¿no?, por algo dicen que el conocimiento es poder. Y ella le otorgaría tal ventaja a los negros, mientras hicieran algo por ella; protegerla de Aemond Targaryen.

Y de ser posible, matarlo. Quería ver a ese hombre muerto, ansiaba verlo bajo tierra u observar su cuerpo hecho cenizas tras ser quemado vivo. ¿Quién dice que un dragón no puede quemarse?, claro que podrían. Si el dragón del usurpador, Aegon Targaryen murió tras sus heridas en combate, entonces un maldito tuerto Targaryen como Aemond también podría hacerlo.

Después de todo, los dragones solo eran un montón de carne.

Lucerys se aferraba a la rienda del dragón con una angustia incomparable, su corazón latía desbocado en su pecho como si intentara escapar. La vista de Rocadragón se acercaba, majestuosa y aterradora al mismo tiempo. Las altas torres de la fortaleza se erguían contra el cielo gris plomo, como centinelas silenciosas observando el regreso de aquellos que osaban desafiar el destino.

El aire estaba impregnado de sal y miedo, y el rugido del viento parecía alentar sus propios pensamientos oscuros. Lucerys miró a su lado, donde Cassie Baratheon, con expresión firme, pero ansiosa, sostenía un cuchillo que reflejaba la luz del sol de manera inquietante. El Velaryon frunció el ceño, sintiéndose cada vez más agobiado por la amenaza constante que atentaba contra su corta vida.

—Estamos llegando...— Dijo el Velaryon con voz temblorosa. —¿Podrías alejar un poco el cuchillo?

La pregunta salió de sus labios como un susurro lleno de pánico, mientras imaginaba las peores consecuencias de su llegada. La posibilidad de que Aemond Targaryen los hubiera estado siguiendo se instaló en su mente como un aterrador espectro. Si lograban aterrizar sin ser interceptados, todo podría salir bien. Pero el terror a lo desconocido invadía a Lucerys Velaryon como una ola helada.

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⏰ Última actualización: Sep 25 ⏰

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ᴏᴄᴇᴀɴꜱ ɪɴ ʏᴏᴜʀ ᴇʏᴇꜱ - ʟᴜᴄᴇʀʏꜱ ᴠᴇʟᴀʀʏᴏɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora