Parte 1 Sin Título

218 7 0
                                    

Pov???

Mi vida desde muy pequeño ha sido una de las mejores que eh podido tener je bueno hasta los 8 años, una de mis mejores infancias que eh podido tener junto a mis padres ... aunque todo eso termino hace mucho.

Kendo se despertó de golpe, con el corazón latiendo con fuerza. Se incorporó en la cama, respirando hondo para calmarse. "Otra vez...", murmuró, frotándose los ojos.

El eco del accidente aún resonaba en su mente. Se levantó y caminó hacia el espejo, enfrentando su reflejo. "No puedo seguir así", susurró. "No puedo dejar que esto me controle".

Cerró los ojos, recordando el sonido del metal chocando y los gritos ahogados de sus padres. La tristeza amenazaba con inundarlo, pero rápidamente la convirtió en ira. "No", dijo en voz alta, su tono firme. "No voy a permitir que esto me destruya".

Alguien golpeó suavemente la puerta. Era su Tía, Senko, que había oído el ruido.

Kendo, ¿estás bien? —preguntó con preocupación.

Kendo tomó un momento antes de responder, intentando suavizar su expresión.

Kendo: Sí, solo... pesadillas otra vez —respondió con un tono casual, como si no fuera gran cosa.

Senko entró, mirándolo con comprensión.

Senko: Sabes que puedes hablar conmigo, ¿verdad?

Kendo asintió, pero su mirada se endureció.

Kendo: Lo sé. Pero hablar no cambiará nada. Lo que necesito es seguir adelante.

Senko suspiró, sabiendo que Kendo siempre ocultaba sus verdaderos sentimientos.

Senko: Solo recuerda que no estás solo.

Kendo forzó una sonrisa y asintió.

Kendo: Lo sé. Pero tengo que hacerlo a mi manera. Mañana será otro día y tengo que estar listo.

Después de que senko salió, Kendo se dirigió al balcón. El aire fresco lo calmó un poco, pero la determinación seguía ardiendo dentro de él.

Kendo: No puedo cambiar el pasado —se dijo a sí mismo—, pero puedo controlar lo que hago ahora.

Y con eso, se permitió un momento de calma, preparándose para enfrentar un nuevo día.

mientras se iba cambiando al traje formal para ir a la preparatoria se le vendrían a la cabeza unos recuerdos que le hubiese gustado dejarlos atrás, pero de reojo vio un álbum de fotos el cual recogería del estante en donde estaba.

Kendo se sentó en el borde de su cama, mirando fijamente un viejo álbum de fotos. En sus manos, sostenía una imagen desgastada de sus padres: su madre con una sonrisa cálida y su padre con su característica expresión seria pero amorosa. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras revivía aquel fatídico día.

Era un día soleado de primavera cuando Kendo tenía apenas ocho años. Estaban de camino a casa después de un día de diversión en el parque. Sus padres cantaban junto a la radio del auto, riendo y disfrutando del momento. Kendo iba en el asiento trasero, jugando con un juguete que acababa de ganar.

De repente, el sonido chirriante de neumáticos frenando bruscamente rompió la armonía del momento. Un auto que venía en sentido contrario perdió el control y se cruzó en su carril. El tiempo pareció detenerse por un instante mientras el choque inminente se aproximaba.

El impacto fue ensordecedor. Kendo recordaría para siempre el sonido metálico retumbando en sus oídos y el crujido de la carrocería del auto de sus padres. El mundo se volvió confuso y borroso mientras el auto daba vueltas. Cuando todo finalmente se detuvo, Kendo emergió aturdido, con cortes y moretones, pero lo peor estaba por venir.

¿Un delincuente puede cambiar?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora