El sol de la tarde se filtraba por las ventanas del aula, llenando el espacio con una luz cálida y dorada. Kendo se encontraba sentado en su pupitre, su mente perdida en los pensamientos mientras observaba a sus compañeros reír y conversar. Aunque seguía manteniendo una expresión fría, algo dentro de él comenzaba a cambiar.
Dos meses habían pasado desde que Chessi y Krex habían entrado en su vida, y poco a poco, su presencia empezó a desmoronar las barreras que había construido a su alrededor.
Un Almuerzo con Amigos
En la cafetería, Krex y Chessi estaban sentadas en una mesa, esperando a Kendo. Krex, con su cabello rojo fuego, hablaba animadamente mientras Chessi sonreía, sus ojos celestes brillando con una calidez inusual.
Kendo se acercó a la mesa, con su habitual semblante serio. Se sentó en silencio, pero Krex no perdió tiempo en incluirlo en la conversación.
Krex: ¡Kendo! ¿Sabías que Chessi puede hacer trucos increíbles con cartas? —dijo Krex, su entusiasmo palpable.
Kendo levantó una ceja, mirando a Chessi con curiosidad.
Kendo: ¿Ah, ¿sí? —preguntó, tratando de mostrar interés.
Chessi asintió y sacó una baraja de cartas de su bolso. Con destreza, realizó una serie de trucos que dejaron a Kendo y Krex impresionados. A medida que Chessi hablaba y reía, Kendo notó que se sentía más relajado, más dispuesto a abrirse.
Una Tarde en el Parque
El grupo decidió pasar una tarde en el parque, algo que Kendo habría evitado en el pasado. Sentados en una banca, Krex y Chessi compartían historias de su infancia, mientras Kendo escuchaba en silencio.
Krex: Recuerdo una vez que me perdí en un bosque cercano a mi casa —dijo Krex, riendo—. Estaba tan asustada, pero al final encontré el camino gracias a una (ardilla) que seguí.
Chessi se río, sus ojos brillando con alegría.
Chessi: Eso suena como algo que te pasaría, Krex. Yo, en cambio, solía esconderme en mi árbol favorito cuando necesitaba pensar.
Kendo observó a sus amigas, sintiendo una calidez desconocida en su pecho. Finalmente, decidió compartir algo.
Kendo: Yo solía tocar la guitarra en el parque —dijo, su voz suave—. Era la única manera en la que podía despejar mi mente.
Krex y Chessi lo miraron sorprendidas, pero no dijeron nada, respetando su momento de apertura.
En la Azotea de la Escuela
El atardecer pintaba el cielo con tonos naranjas y rosados, mientras Kendo, Krex y Chessi estaban sentados en la azotea de la escuela. Kendo, con su guitarra en manos, tocaba una melodía suave que resonaba en el aire. Krex y Chessi lo escuchaban con atención, disfrutando del momento.
Cuando Kendo terminó de tocar, Krex se inclinó hacia él con una sonrisa traviesa.
Krex: ¡Eso fue increíble, Kendo! —exclamó Krex—. ¿Por qué no cantas algo para nosotras?
Kendo bajó la mirada, sintiendo una leve incomodidad. Sus dedos jugueteaban con las cuerdas de la guitarra mientras respondía con una voz suave.
Kendo: Yo... yo no sé cantar. Solo sé tocar la guitarra —admitió, sintiendo un ligero rubor en sus mejillas.
Chessi, sentada a su lado, sonrió con ternura y le tomó la mano en un gesto de apoyo.
Chessi: No te preocupes, Kendo. No necesitas saber cantar para ser increíble —dijo Chessi, sus mejillas también sonrojadas al sentir el contacto.
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¿Un delincuente puede cambiar?
Fiksi Penggemarel perdió a sus padres en un accidente automovilístico lo cual hace que inconscientemente algo oscuro crezca lentamente en el, a pesar de ser cuidado por su tía el seria dirigido a un mundo de crímenes pero tal vez y solo talvez haya alguien que lo...