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21 de marzo. Nueva York

El concierto fue un éxito, pero para Han Jisung haber llenado el Madison Square Garden hasta los topes apenas unas horas atrás era cosa del pasado. Algo sin importancia en un presente que le hacía olvidar las firmas de discos, los ensayos, las promociones en redes y el estrés que acompañaba a la apertura de una gira internacional. Se tomaba su trabajo en serio. MAKEITHARD —MIH para sus fans—, la banda de dark glam en la que cantaba, era toda su vida y su mayor éxito, pero quería aprovechar la fiesta que la productora había organizado para relajarse.

—Han, nosotras nos largamos.

Apenas escuchó la voz de Mara, la guitarrista del grupo. Estaba muy ocupado besando al chico que una hora atrás le había pedido un autógrafo y del que ni siquiera sabía el nombre.

Levantó el puño con el pulgar en alto en su dirección, sin apartar la atención de lo que tenía entre manos. Sus compañeras odiaban las fiestas de Benedict y solo se quedaban la primera hora, para cumplir. Normalmente se iba con ellas, sabían montar sus propias fiestas y solían ser más divertidas que las de su productor, pero no pensaba soltar el caramelito que había encontrado entre la multitud. Debía pasar los veinte años; solo un poco más joven que él. Delgado y de rasgos afilados, temblaba de ansiedad cada vez que le tocaba. Estaban sentados en uno de los sofás blancos de la terraza de un apartamento con piscina en lo alto de un rascacielos, rodeados de gente que comía canapés y conversaba manteniendo la compostura a pesar de ir tan drogados como él.

—¿Y si buscamos un sitio más discreto? —pidió el chico cuando los besos le dieron una

tregua. Tenía la respiración agitada y parecía cohibido por el público.

—Pues...

Cuando el cantante miró alrededor, se dio cuenta de que ya no conocía a nadie, salvo de vista. No lo suficiente como para preguntar si se podía hacer uso del resto de las habitaciones, aunque aquello rara vez era un problema en ese tipo de lugares, que supiera.

—Supongo que sí.

Se levantó agarrando la mano del chico y se llevó una copa de la bandeja de un camarero al atravesar las cortinas que daban al interior. Frente a ellos había ostentosas escaleras y a los lados estaban la sala de reuniones y el buffet, a rebosar de gente.

—¿Será arriba?

—Seguro que hay algún baño. —respondió el chico, dejándose llevar a través de la gente.

El ruido de las conversaciones y la música se suavizó al alcanzar el siguiente piso. Allí un distribuidor llevaba a más habitaciones, pero todas las puertas estaban cerradas.

—No me gusta hacer nada en los baños. Son antihigiénicos, incómodos y lo menos morboso que puedas imaginar.

—Pero... En una entrevista de la Teen Vogue del mes pasado decías que era tu sitio preferido para tener una aventura.

Han se echó a reír y dio un sorbo a su copa, avanzando por el pasillo.

—¿Eso dijeron? Mira, esas entrevistas son falsas. Si tuviéramos que responder a todas las revistas guarras del mundo no haríamos otra cosa. Pagan un dinero, se lo inventan y nuestra productora tiene a gente que les da el visto bueno a sus tonterías. A veces ni eso. Piénsalo,

¿cuántos actores dijeron ahí las diez cosas que más les gustaban de una mujer y luego resultaron ser gays? —Intentó abrir la última puerta, pero estaba cerrada con llave—. Yo nunca diría "una aventura", eso es del siglo pasado.

La cara del chico era de decepción absoluta. Han se sintió culpable por romper así sus ilusiones, parecía del tipo que tenía posters suyos en la habitación. Eso todavía le asustaba e

¡Han Jisung! (Chansung)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora