Capitulo 4: Lysander

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"Traicionado por aquellos en quienes confiaba mi corona pesa más que nunca en mi cabeza"

(***)

— Príncipe Lysander. — Me llamaron detrás de la puerta de mi dormitorio—. Su majestad el rey ya llego al internado y pide verle de inmediato.

Me puse de pie y me aleje de mi escritorio, enderezando mi traje y ajustando mi corbata antes de mirarme en el espejo, donde finalmente peine un poco mi cabello despeinado.

Me resultaba difícil manejar mis mechones rizados y negros. Tome una esponja de maquillaje de mi mesa y me la pase por la cicatriz que iba desde mi mentón hasta mi ceja, justo por encima de mi ojo.

Puse la lentilla gris en mi ojo, la misma que usaba para recubrir mi ojo desfigurado. A pesar de que lograron reconstruirlo, perdí el color, asique lo camufle con una lentilla del color natural de mis ojos hecha a medida. Afortunadamente no perdí la vista, solo la tenía algo dañada.

No podía permitir que el pueblo al que lideraría en el futuro descubriera que su rey tenía un aspecto monstruoso. Puedes ser un monstruo por dentro, pero no dejes que eso se refleje en tu rostro frente a todo tu pueblo.

Mire fijamente mi reflejo en el espejo y esboce una sonrisa sin emociones, sintiendo un profundo rechazo por la idea de sonreír. Por más que intentara, era incapaz de transmitir los sentimientos que otros seres humanos lograban al sonreír.

Me rocié con un poco de perfume creado por el perfumista personal de la familia real, cada uno de nosotros tenía uno hecho a medida. Según mi madre, el olor de un rey era crucial y debía ser inconfundible.

La puerta volvió a sonar y yo respire profundamente para no alterarme, carezco de paciencia y a un príncipe como yo no se le debía meter prisa, me trague mis palabras desagradables ya que no era correcto que hablara llevándome por la rabia.

— En cinco minutos salgo. — Le pedí a la persona que no paraba de llamar insistentemente a la puerta.

Agarre un bote de pastillas que tenía en la mesa y me trague dos para luego coger un vaso de whisky para ayudarlas a pasar. Deje el vaso en su sitio dispuesto a salir ya de la habitación a recibir a la persona que me esperaba fuera de mi cuarto.

Me acerco a la puerta haciendo resonar mis zapatos limpios y brillantes a cada paso que daba. Llegue hasta la gran puerta de mi habitación, gire la llave que la mantenía cerrada y la abrí encontrándome con el hombre que me esperaba al otro lado. Lo mire con frialdad como siempre hacia.

— Rhysand. — Pronuncie su nombre con lentitud.

Rhysand Fenrys. Consejero de mi padre con el cual no me he llevado bien desde que tengo uso de memoria. Él y yo siempre hemos chocado en cuanto a cómo se debe gobernar un reino, él pensaba que la opinión del pueblo es importante para una buena monarquía, yo en cambio opino que el pueblo no debería opinar de temas de monarquía.

— Alteza. — Se burló. Me irritaba en exceso su falta de clase.

— ¿Nunca te han dicho que la impaciencia es un descaro? — Pregunte con un tono de voz atacante.

— Disculpe alteza, sé que tiene un horario muy exagerado, llame dos veces para asegurarme de que fuera a salir.

— Cuidado, Rhysand, por muy amigo de mi padre que sea sigo siendo tu príncipe. — Le señale con el dedo índice.

— Claro, alteza.

Siempre había sido un motivo de burla de parte de Rhysand cada vez que decía la palabra alteza. Solía bromear diciendo que mi hermana heredaría la corona, pero sabía que la ley debía cambiar para que eso fuera posible, ya que las mujeres no podían convertirse en reinas. Me alegraba de que a ley permaneciera intacta, sabiendo que el consejo real no tendría ninguna intención de cambiarla para mí.

THORNFIELD #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora