Día 6

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Cicatrices

La plateada luz de la luna se colaba atrevidamente por las ventanas, iluminando tenuemente una obscura habitación, a su vez esparciendo su resplandor sobre dos cuerpos entrelazados que reposaban en la cama, cubiertos por blancas mantas de la cintura para abajo después de una apasionada sesión de amor, el deslumbrante brillo de plata envolvía con un toque de sensualidad la piel morena de Lu Bu haciendo que su pareja se perdiera en el fornido cuerpo como muchas otras veces, aunque está vez su vista le tomó más importancia a un detalle que siempre ha tenido pero nunca le había preguntado nada acerca de eso, las cicatrices que mancillaban ese bello cuerpo.

Ahora no podía evitar verlas, tanto que su mirada no era suficiente para detallarlas, dejó que sus dedos recorrieran lentamente la piel de su amado, fascinado por las cicatrices que lo adornaban, con cuidado, trazó la prominente cicatriz que le cruzaba todo el cuello, se preguntó mentalmente como se la hizo, él le habia dicho que en la tierra solo agonizaba de aburrimiento debido a que no había hombres fuertes en sus tierras, pero esa herida tan profunda parecía ser producto de un brutal enfrentamiento.

Cada una debe contar una historia— Pensó para si mismo, no pudo evitar fruncir ligeramente el ceño y sentir una punzada de celos al imaginar a otros guerreros tocando y marcando a su amante.

—¿Ocurre algo malo?— Se atrevió a interrogar el somnoliento General, quién ya estaba a punto de quedarse dormido con los relajantes jugueteos sobre su piel hasta que notó la expresión molesta de su pareja.

—¿Quién te hizo esta cicatriz?— Su vago intento de sonar casual fracasó, en el tono de su pregunta había dejado en claro sus celos y molestía por la posible razón de esas marcas.

A pesar de todo al guerrero chino le causó gracia esa actitud, sonrió suavemente, atrayendo a su pareja más cerca.

—¿Estas celoso?— Rió burlón, le parecía increíble cómo algo tan poco relevante como la causa de sus cicatrices podría llegar a ponerlo celoso.

—¡No!— Rápidamente se defendió, pero solo quedó más al descubierto por su reacción.

—Bien, no debes estarlo, está cicatriz me la hicieron el día de mi ejecución— Confesó recordando el día que harto de su aburrimiento y para poder encontrar su rival soñado se había dejado capturar por Cao Cao, quién lo condenó a la horca, después de eso solo recuerda ser recibido en el cielo ya con esa cicatriz supuso que se debió a la fricción de la soga en su cuello.

—¿No fue pelando?—

—No, se ve brutal pero no fue así, casi muero pero de aburrimiento— Recordó como ese día suplicó ser asesinado rápido mientras lágrimas salían de sus ojos de tanto bostezar.

—¿Y la de tu ojo...?— Está bien ya tenía respuesta válida de una, pero faltaba la de su cara, no podía creer que alguien haya osado atacar ese celestial rostro que no dejaba de ser bellísimo aún con la herida que lo surcaba.

—Esa... Fue un oso— Habló en un tono cansado suponiendo más o menos a qué se debía la molestia.

—¿Como que un oso?—¿Había escuchado mal? ¿Se refería al mamifero peludo? Un tic nervioso se apoderó de su ojo al imaginar que quizá esas palabras eran una clave que en realidad significaban  "oso maduro" cosa que hacía hervir su sangre.

—Como escuchaste tampoco me la hizo un hombre, el oso logró rasgarme un poco con sus garras antes de morir y me quedó la cicatriz— Explicó con menos aburrimiento que la última vez, no fue una mala batalla, curiosamente un animal le hizo más daño que muchos otros humanos.

El rostro del nórdico era un indescifrable poema, no podía dar crédito a lo que escuchaba, sintiéndose ridículo por ponerse celoso de una cuerda y de un oso pardo pero es que no podía evitarlo,
en su defensa creía tener derecho de sentirse así, él mismo tiene una cicatriz enorme que atraviesa su pecho y otra más pequeña en su hombro, heridas que le habían propinado su ahora amante durante su encarnizado enfrentamiento, para él era mucho más que una fea herida como algunos piensan, era un grato recuerdo, una marca de amor y bajo esa perspectiva sentía que las cicatrices de Lu Bu debían haber sido realizadas solo por él... Pero no fue así, su corazón dolía al recordar que este no cuenta con marcas de ningún encuentro suyo, muy probablemente porque Mjolnir no es un arma corto punzante.

Le irritaba el hecho de imaginar que otros imbéciles hayan tocado o rasgado la piel de su pareja en batalla, solo había una manera de descargar tal frustración generada, por lo que atrajo al moreno hacia sí, atrapando los labios en un apasionado beso, asegurándose de que su propio toque borrara cualquier rastro de otros, en ese momento Thor juró que sería el único en marcar y reclamar el cuerpo ajeno, convirtiéndolo en suyo por completo, al finalizar el beso le miró con intensidad, sus ojos estaban llenos de deseo y posesividad, sutilmente deslizó sus manos por los musculosos brazos morenos deteniéndose para palpar adecuadamente cada centímetro.

No duró mucho tiempo en esa zona, tenía un objetivo más grande, enfocó su mirada en el cuello y con reverencia presionó sus labios contra la cicatriz, besándola con una pasión ardiente, deslizó su lengua sobre la morena piel, sintió al General estremecerse bajo su toque, lo que solo avivó aún más el fuego que ardía dentro de él, continuando el recorrido a lo largo besando cada centímetro de esa herida que adornaba el cuello de Lu Bu, deslizó su lengua y chupaba buscando dejar su marca propia, si no podía dejarle una cicatriz adornaria su cuerpo con chupones.

Thor~— Un suave gemido salió de los labios del humano, se sentía sensible debido a la actividad recién realizada y además de los besos su pareja no dejaba de masajear sus pechos al mismo tiempo que estimulaba la dedicada piel de su cuello.

Las pálidas manos recorrieron con cada músculo y cada curva, memorizando cada rincón, cada recoveco, el más alto estaba decidido a recordarle a su pareja que él es el único que conoce las partes ocultas de su cuerpo, sus puntos de placer, además de ser el único con el derecho de tocarlo y poseerlo, nuevamente atrae a Lu Bu hacia sí besándolo con una intensidad apabullante, reclamando sus labios de la misma manera en que había reclamado cada centímetro de su piel, un claro recordatorio de que el humano le pertenece por completo y para este último en ese momento, no existía nada más que Thor, su mundo se había reducido a las sensaciones que su amante le provocaba, a la necesidad de ser poseído exclusivamente por el Dios.

ThorLu Week 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora