Capítulo veintitrés.

153 20 0
                                    






























[ Éste capítulo incluye contenido explícito. ]










—Realmente amo tu olor —dijo Jaemin, sus palabras ligeramente arrastradas mientras Jeno quitaba discretamente la mano de su trasero. —¿Por qué tienes que ser tan guapo?

—Debería llevarte a la cama —dijo Jeno. Estaba demasiado ebrio, y aunque lo llevara a su casa, Jeno se quedaría preocupado al dejarlo solo, podría ahogarse con su propio vomito, así que lo dejaría quedarse y hablarían por la mañana, pero la idea de Jeno, no era lo que Jaemin había captado.

—Excelente idea —La mirada ardiente de Jaemin lo puso nervioso. Y antes de que pudiera decidir qué hacer, Jaemin agarró la parte delantera de su camisa y tiró de él en dirección del vestíbulo. Jeno simplemente lo siguió.

Llegaron a la habitación de Jeno, Jaemin cerró la puerta. Y antes de que pudiera registrar la intención en sus ojos, Jaemin lo agarró de la camisa y lo hizo caminar hacia atrás hasta que sus omóplatos chocaron contra la pared, acercándosele a Jeno. —Jaemin...

—Me encanta cuando dices mi nombre completo —dijo Jaemin pasando sus manos por su pecho. Jeno agarró la muñeca de Jaemin y trató de impedir que siguiera tocando su pecho, ignorando por completo la forma tan suave en que las manos del hombre se sentían.

—Detente, has bebido demasiado, y no sabes lo que estás haciendo.

—Tonterías —Jaemin murmuró, inclinándose para besar a Jeno, él se congeló brevemente. Pero, demonios, si empezaban de nuevo, no sabía en dónde terminarían. Posiblemente en la cama. Jeno giró la cabeza para evitar que lo besara, pero Jaemin siguió adelante, aterrizando su boca en el cuello de Jeno. Su aliento caliente atizó a través de la piel de Jeno. Los labios del hombre mordisqueaban su pulso ahora por las nubes. Y la entrepierna de Jeno dió una interesada sacudida.

Tenía que recordarse a sí mismo que ya habían dejado claro que esto no podía volver a ocurrir, pero Jaemin se lo estaba poniendo demasiado difícil, sus labios susurraron cosas intangibles mientras se deslizaban a través de la garganta de Jeno. Jaemin gimió el nombre de Jeno y colocó una mano sobre su abdomen, justo por encima de la cintura. Gotas de sudor se desataron a todo lo largo de la parte posterior del cuello de Jeno. Jeno cerró sus ojos con fuerza.

Antes de que su confuso cerebro pudiera procesar el siguiente movimiento de Jaemin, la mano de este se posó en la cremallera de Jeno y la abrió. Una ardiente sacudida se disparó a través de sus venas, y sus párpados se abrieron de golpe. —Suficiente, Jaemin —dijo roncamente mientras que a regañadientes alejaba la mano del hombre—. Has bebido y no te encuentras bien —Agarrando la muñeca de Jaemin con sus dedos, Jeno trató de evitar un mayor tanteo de su entrepierna. Presionó la otra mano contra el pecho de Jaemin para evitar que el hombre emplastara sus torsos juntos.

Distancia. Eso era todo lo que necesitaba, sólo un poco de distancia. Estaba tan ocupado felicitándose por su éxito que se olvidó de la rígida erección confinada debajo de sus calzoncillos, abultada a lo largo de la cremallera abierta de sus pantalones.

Jaemin abandonó sus intentos de darle un beso y se dejó caer de rodillas para presionar su boca abierta en el falo de Jeno. Jeno sorbió aire de manera estrangulada. Paralizado por la oleada de placer, miró hacia abajo a la excitante vista, el calor húmedo de la respiración de Jaemin se filtraba a través de sus calzoncillos. Empujar a Jaemin para quitarlo sería un infierno más fácil si Jeno no estuviera tan excitado. Jaemin mordió su paso, desde la base de la erección de Jeno, hasta la punta y suavemente raspó con sus dientes a través de la sensible cabeza. Jeno agarró el hombro de Jaemin, temblando con la necesidad de forzarlo a que lo dejara y clavarlo más cerca, todo al mismo tiempo.

Nana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora