— Desde que ansiedad descubre las cosas que el teléfono de ennui podía hacer no dejo de usarlo para jugar cosas. Miedo estaba cansado de dejar de recibir atención de ansiedad —
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Era una mañana tranquila, las emociones de habían despertado en paz y tranquilidad, por suerte. El viento era fresco y hacía un ambiente acogedor en la sala. Alegría como siempre estaba dirigiendo todo, asegurándose de que todas las emociones estuvieran en sus lugares para empezar el día en calma. Ennui como siempre estaba en el sofá moviéndose con frecuencia, ansiedad noto eso y se acercó a ella.
— ¡Hola Ennui! ¿Pasa algo? — Exclamó ansiedad mirándola, con una sonrisa nerviosa en su rostro y sus cabellos naranjas alborotados. Ennui simplemente la miro de vuelta y dejo salir un suspiro. — Llevo horas esperando que este juego se cargue, pero va muy lento — Su voz sonaba irritada, mientras que su mirada estaba fija en el teléfono, ansiedad alzó una ceja. preguntándose qué juego era y porque se encontraba así.
— El juego se llama "Watermelon fruits" es un juego de simplemente juntar frutas en un espacio pequeño, van evolucionando y. . . ya sabes — Dejo de hablar por el cansancio. La emoción naranja se mantuvo inquieta en su sitio, aun sintiendo la duda de el porqué tanto estrés por un juego tan aburrido, al menos en su punto de vista. — ¡B-Bueno! No le veo la gracia. . . Pero en fin, luego hablamos — Se fue alejando lentamente para irse a hablar con otras emociones, como envidia y desagrado.
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Las emociones miraron que ansiedad no había tocado el control ni una vez en el día, ni siquiera había preguntado algo sin sentido a los demás; apenas aparecía en la sala de control ya que estaba en su habitación. Alegría con curiosidad fue a visitar, a lo que se encontró a una ansiedad pegada al teléfono, su mirada era algo intensa mientras que el teléfono brillaba a oscuras. Alegría se sobresaltó. — ¡Ansiedad! Me asustaste. . . — Dijo tocando su pecho por el pulso, que físicamente no tenía. — No te vi aparecer por ningún lado así que suponía que estuvieras aquí. — Siguió hablando, con ese tono alegre y simpático, hasta que se dio cuenta de que ansiedad no se estaba enterando. — Oye, escúchame — La otra seguía sin atender por el teléfono.
