Capítulo 1: Falta de elección

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Nota: Estoy en un poderoso bloqueo escritor gente, cosa que termino por obligarme a cortar este capitulo a la mitad porque sabia que no lo iba a terminar nunca de otra forma TuTEspero que disfruten igualmente!!


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Desde que él era un chiquillo de cuatro años inquieto que detestaba la hora de dormir porque a su parecer dormir era una pérdida de tiempo valioso, tiempo que él podía utilizar para jugar con sus juguetes, el padre de James, Fleamont Potter, solamente conseguía convencer al torbellino que tiene de hijo de ir a acostarse prometiendo que le contaría su cuento favorito, un cuento que el hombre se había inventado, pero que James le pedía tantas veces que Fleamont se lo aprendió de memoria, el cuento de la serpiente en la cueva y el guerrero del león.


Al crecer, para James el título era tan obvio basado en las casas de Hogwarts que era hasta gracioso cuando lo pensaba bien, pero eso no quitaba la influencia que ese relato había tenido en su niñez o en su formación mejor dicho. James recuerda haber crecido entre Gryffindors, sus padres tanto como sus abuelos y bisabuelos pasaron su educación moral y mágica en la casa del León. Y James los adoraba e idolatraba a todos ellos sin excepción, diciendo en voz alta su deseo de ir a Gryffindor, así que todos, incluyéndolo a él mismo, estaban seguros de que James sería un caso idéntico a sus predecesores.

Tal era la shockeante sorpresa o completa desilusión al verse sentado en la mesa de mantel verde y plateado en vez de la de mantel rojo y dorada, que todavía, a pesar de que ya había pasado seguramente más de media ahora desde que fue seleccionado y la comida del banquete había aparecido por arte de magia (literalmente) en miles de deliciosos platos de pastel de papas hasta pollo asado, James todavía seguía mirando a su plato vacío, pensando y analizando lo que había ocurrido. Las palabras del sombrero resonando en su cabeza, dando vueltas sin parar hasta el punto de marearse.


Un Potter... Veo la lealtad y gran valentía tan características de tus parientes, pero a la vez un gran balance entre inteligencia y astucia. Tienes ambiciones claras, eres capaz de usar casi cualquier método a tus manos para conseguirlas, y para añadir como final, eres incapaz de respetar las reglas aunque te lo ordenen... Ok, vendrá bien este cambio de rutina. ¡SLYTHERIN!


Sus labios siguen apretados en una línea recta, por primera vez en su vida sintiéndose sobreestimulado por los incesantes sonidos de conversación de sus nuevos compañeros. Tras cansarse de su propia mente, James se fuerza a sí mismo de levantar su vista para observar la mesa del otro lado, captando a Sirius mirándole con una mueca triste mientras tenía en mano lo que parecía una empanada. Sirius mueve sus labios y a pesar la distancia, James puede entender que le estaba diciendo que debería comer algo antes de tener que ir a los dormitorios con el estómago vacío.

—No tengo hambre...— dice James, pero su estómago lo contradice al rugir ruidosamente, recordándole que no había comido nada además de los bocadillos de jamón y queso que le preparó su madre para el viaje en el tren.


—¿Pasa algo malo, Potter?— una voz lo toma desprevenido, una voz rasposa y tan molesta que al solo oírla, es suficiente para que su cuero cabelludo se ericen. Al mirar a su lado derecho, James se encuentra con nada más que un Lucius Malfoy con una mueca retorcida parecida a una sonrisa.—No has tocado la comida aún.


James tenía la desgraciada fortuna de haber conocido a Lucius y a su padre desde haces años, no por propia voluntad obviamente, pero más de una ocasión se habían cruzado en importantes celebraciones mágicas como en los dos últimos mundiales de Quidditch donde ambos herederos habían sido llevados por sus padres o encontronazos por casualidad en el callejón diagon u hogsmeade. Ninguna de esas reuniones fue placentera en absoluto, todas terminaron en miradas cargadas de juicio y silencios tensos en los que los padres tenían mucho para decir, pero mantenían las bocas cerradas. Las pocas veces que Lucius y James intercambiaron alguna palabra siempre terminaban en burlas estúpidas por parte del niño y frases sarcásticas con doble sentido por parte del joven de pelo largo.

El Medallón de Bronce y Oro-JeverusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora