•| EXTERIOR |•

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Habían pasado varios días desde aquel incidente, las cosas no estaban fuera de lo normal, pero tampoco tan pacíficas como en ocasiones anteriores.

Esto último se debía a las sospechas que Eun Yoo le había provocado a Chan Young por sus constantes salidas al exterior en búsqueda de algo completamente desconocido tanto para él como para el resto de todos nosotros.

El soldado iba y venía, tratando de cachar a la chica en algún movimiento que delatara la razón de tantos secretos, pero lo único que ganó con aquella actitud tan insistente fue hacerla creer que la acosaba por el hecho de tener sentimientos hacia su persona y fastidiarla a tal grado que buscaba a toda costa evitar al chico.

El suceso había concluido en algo cómico, o al menos así había sido hasta que la idea más aturdida y errónea se coló en la cabeza del ex jugador. Salir junto a Eun Yoo para conseguir medicina que pudiese ayudarme a aliviar los dolores que mi cuerpo resentía con mayor frecuencia.

— No, Chan Young. Tú no serás parte de los que quieren salir a conseguir medicina para sus conocidos, amigos o familiares — rechacé la idea en cuanto la confesó. — Salir es algo estúpido. Y creo que dejé bastante en claro que moriré sin causar problemas.

El chico frunció el ceño con desacuerdo y cruzó sus brazos.

— Esas personas harían todo por los que aman. — busqué alguna señal de duda en su rostro después de decir eso. — Y yo lo haré.

— ¿Cómo puedes decir algo así con tanta calma? — negué para ocultar el rubor que tenía en la cara y acabar con el golpeteo de mi corazón en el pecho. — Tu no me amas. Solo sientes lastima por mi.

— Podría amarte. Amarte como la buena amiga que eres. — esa respuesta fue una abofeteada en seco. Me quedé callada, estaba avergonzada por haberlo comprendido de otra manera, pero la risa que salió de sus labios delató el origen de su broma. — Nari, por favor.

— Insisto, no quiero que lo hagas. Eun Yoo ni siquiera querrá ir contigo. Olvida esa idea.

— Y tú olvida esa actitud. — Chan Young bajo la mirada con un poco de recelo en ella. — Nari, déjame ayudarte.

— No quiero que lo hagas. Si algo te sucede allá fuera por mi culpa me enfadaré muchísimo.

El chico sonrió con diversión pero no levantó la vista, acaba de caer en aquel rol cliché donde uno de los dos quiere ofrecerse como sacrificio y el otro le ruega que no lo haga porque de ser así jamás se lo perdonaría. Y Chan Young lo había notado, estaba gozando tanto de ese momento que estaba segura de que no lo dejaría pasar por alto.

— ¿Tú estás diciendo eso?

— Chan Young — reproche. — Ya. Bueno, lo entendiste ¿no? Preferiría ir por mi propia medicina y morirme en el intento.

— Pues entonces que sea así. Yo no soy doctor, tú sí. Sabrás que puede hacerte sentir mejor. — sugirió con seguridad. — No nos queda nada aquí. No tendríamos porque aferrarnos a quedarnos en este lugar.

— Ya no puedo con esto. — intenté levantarme de las escaleras, pero el chico me sujetó y colocó uno de sus dedos sobre mis labios.

— Solo escucha. Vamos los dos, salgamos de este lugar ¿cuántas veces has visto el cielo de día o estrellado? Se que salir es un riesgo total, pero — hizo una pausa y aclaró su garganta. — Si en verdad quieres irte en calma ¿no te gustaría ver un poco de la belleza que aún se esconde en el exterior?

Chan Young había sido lo mejor que pude haber encontrado en toda esa catástrofe y estaba completamente consciente de eso; era una persona noble y hermosa, todo él era un personaje irreal.

La idea de salir y pasar lo que probablemente serían mis últimos días de vida a su lado fuera de esta pocilga era tentadora, no podía negarlo, pero todo el riesgo y peligro que implicaba para él me detenía de simplemente aceptar.

De todas maneras yo moriría tarde o temprano, pero él no. No podía morir solo por cumplir los caprichos de una enferma.

— No te haré eso.

— Conozco la salida y tenemos los víveres necesarios para salir.

— No

— Nari — sujetó una de mis manos y la llevó a su pecho. — Dame la oportunidad de hacer algo por ti.

— Ya hiciste mucho, Chan Young. — la nostalgia se apoderó de mi rostro. Sonreí débilmente y sujete su mano. — Con tan solo estar a mi lado, haces mucho.

— ¿Ves como si puedes decir cosas lindas? Nari, solo acepta. Veamos esto como una ¿aventura?

Mi blindaje fue perforado con esas palabras, reí y negué al mismo tiempo, no había manera en la que yo puediese rechazar por tanto tiempo a ese chico. Acaba de llamar "aventura" a la idea más suicida que podía existir, ir al exterior era un riesgo estúpido y no cualquiera estaba preparado para ello.

Una moribunda y un solo soldado vagando por calles intestadas de monstruos era el escenario perfecto para morir en el primer día de exploración.

Ambos sabíamos que no había nada para mí allá fuera, la enfermedad estaba demasiado avanzada y ya no había nada que pudiese hacer, solo me restaba buscar distracciones que me ayudaran a amenizar la espera del día en que por fin cerrara los ojos, y viéndolo desde ese punto la idea de salir era mejor que pasar el resto de mi vida encerrada debajo del estadio.

— No quiero hacerte esto. — confesé. — No quiero ser egoísta.

— Antes de que llegaras no tenía un rumbo fijo de mi vida, había perdido todo y ya no tenía a nadie por quien despertar y sentirme motivado a comenzar mis días. — su rostro expresaba el dolor en sus palabras. — Lo único que hacía era ejercer mi labor como soldado, me hundí en una rutina inquebrantable que ahogó toda esperanza de volver a vivir.

Cerró los ojos por escasos segundos  y sonrió abiertamente.

— Entonces llegaste tú y todo eso cambió. Simplemente cambio. He tratado de dejar en claro mis sentimientos por ti, pero no significa que te esté obligue a corresponderme. — yo también lo sentía. Lo quería y sabía bien que él también había llegado para cambiar la apatía con la que vivía cada día. — Pero, si de alguna manera lo haces. Por favor déjame hacer esto por ti. No será un acto egoísta si los dos estamos en disposición de hacerlo.

Una mochila al hombro y esperanzas fue lo que coloqué en mi espalda después de aquella plática, seguí al joven soldado por los pasillos del estadio hasta que la primera imagen del exterior se presentó frente a mí.

Tomé su mano con fuerza y me di un momento para procesar lo que estábamos haciendo. Mire a Chan Young y disfruté de verlo tan feliz y capaz de todo, el brillo de la luna y las lámparas de afuera iluminaban su hermoso rostro realzando la belleza de este mismo.

Luego miré hacia nuestro camino, ya no había vuelta atrás una vez que saliéramos de ese lugar. Sabía que pasara lo que pasara estaría a su lado.

Estaría al lado del hombre que quería y comenzaba a amar.

El pretexto de la medicina nos había arrastrado a todo esto y comenzaba aceptar que era lo que mis últimos respiros vitales necesitaban.

— ¿Estás lista? — asentí.

— ¿Y tú?

— Bueno, fui yo quien te rogó que lo hiciéramos. Claro que estoy listo.

Y así fue como la aventura más grande de mi vida comenzó junto a Chan Young.

¡Hey! Batter •| Chan Young |• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora