Aquel viernes, Juanjo estaba algo más nervioso que de costumbre. Ya habían recogido a todos sus alumnos y debía ir rápido hacia el comedor si quería llegar a tiempo a la tutoría que tenía programada aquella tarde.
Se recorrió los pasillos del colegio a paso apresurado, mirando cada pocos minutos la hora en su teléfono. Cuando entró en el comedor de uso destinado a profesores se encontró rápidamente con la mirada de dos de sus compañeras. Les dedicó una sonrisa rápida y tras calentar la comida que había preparado la noche anterior se sentó junto a ellas.
-¿Cómo está mi profesor favorito?- le preguntó la rubia.
-Algo cansado, ya sabes, es viernes.
-Me dijiste que tenías alguna tutoría hoy, ¿no?- le preguntó esta vez la morena.
Las mejillas del chico adquirieron un color rojizo que trató de disimular mirando el recipiente de plástico en el que guardaba su comida. Ambas chicas se miraron con una sonrisa cómplice.
-Solo tengo una hoy.- dijo de todas formas, su voz un poco más baja.
-¿Y...?- comenzó con voz sugerente la granadina.
-Denna por dios, es el padre de una de mis alumnas.- se intentó excusar el aragonés.
-Yo no insinuó nada, es tu propio cuerpo el que te traiciona.
Juanjo no supo cómo responder aquella afirmación. Llevaba viendo a Martin toda la semana, cada vez que venía a por Chiara después de su horario escolar. Cada vez que lo veía frente a él se reafirmaba en la belleza que poseía aquel hombre.
-¿Qué tal tus pequeños, Bea?- cuestionó mirando a su otra amiga, queriendo escapar de la conversación.
La madrileña lo dejó pasar y comenzó a relatar cómo le había ido la semana con su grupo de alumnos. Bea impartía clases en aulas de infantil, principalmente a niños de 4 años de edad. En cambio, Denna trabajaba con un alumnado algo más mayor, siendo tutora de 2º ESO. Juanjo nunca hubiera podido ocupar el puesto que su amiga rubia ejercía, lo suyo eran los niños de edades menores, por ende ser tutor de su clase de 1º de primaria era el trabajo que siempre había soñado.
-Y tú qué tal con ese niño... ¿Mateo, no?- pronunció Bea.
Al escuchar ese nombre un suspiro cansado salió de entre los labios del chico. Hacía unos días que había tenido la tutoría con la madre de ese alumno, y de momento parecía estar todo en orden. Al menos en lo que había restado de semana ninguno de sus compañeros se habían quejado de él.
-Tuve tutoría con su madre el miércoles, y creo que ha dado resultados. Ninguno de mis alumnos se ha vuelto a quejar de él, creo que su madre habrá hablado con él para enseñarle que lo que hacía estaba mal.- explicó el maño con voz esperanzada.
Sus dos amigas le sonrieron, contentas por la buena noticia. Siguieron poniéndose al día mientras terminaban de comer. Aproximándose la hora en la que Juanjo debía reunirse con Martin.
Mientras tanto...
-Venga Kiki, come un poco más.- pidió con voz suave Martin a su hija.
La niña negó con la cabeza cruzándose de brazos. El progenitor suspiró algo exasperado, sirviéndose una taza de café sin dejar de mirar a su hija, quién estaba sentada en su silla frente a su plato de comida a medio terminar.
-Va a venir tía Rus y todavía no habrás terminado de comer.
-No quiero que venga tía Rus.- pronunció Chiara.
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Entre nervios y colores
FanfictionJuanjo lleva ocho años trabajando como profesor en un colegio. Martin es padre desde hace siete años.