serio⠀;;⠀minlix⠀⠀/ᐠ - ˕ -マ

five

El día después de que Minho dejara la última carta en la mochila de Felix fue uno de los más largos y tensos de su vida. Cada vez que veía a Felix, su corazón latía más rápido y la ansiedad se apoderaba de él. No sabía cómo reaccionaría Felix al descubrir la verdad.

Finalmente, en la última clase del día, Minho vio a Felix leyendo la carta. Desde su asiento, pudo ver cómo Felix fruncía el ceño al principio, para luego levantar la vista y buscarlo con la mirada. Minho rápidamente apartó los ojos, temiendo lo peor.

Cuando sonó el timbre que indicaba el final de la clase, Minho recogió sus cosas lo más rápido que pudo, con la intención de salir antes de que Felix pudiera hablar con él. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de cruzar la puerta, sintió una mano en su hombro.

—Minho, espera —dijo Felix, su voz firme pero amable.

Minho se detuvo, incapaz de evitarlo. Se giró lentamente para enfrentar a Felix, tratando de mantener la calma.

—¿Podemos hablar? —preguntó Felix, señalando hacia un rincón más apartado del pasillo.

Asintiendo, Minho lo siguió en silencio. Ambos se detuvieron en un lugar más tranquilo, lejos de las miradas curiosas de sus compañeros.

Felix tomó un profundo respiro y sacó la carta de su mochila.

—Leí esto —dijo, sosteniéndola en alto—. ¿Es verdad? ¿Eres tú quien ha estado escribiéndome todas estas cartas?

Minho asintió lentamente, sin atreverse a mirar a Felix a los ojos.

—Sí, soy yo —dijo en voz baja—. No sabía cómo decírtelo en persona. No quería arruinar nuestra amistad.

Para sorpresa de Minho, Felix sonrió. Una sonrisa cálida y genuina que hizo que Minho se sintiera un poco más aliviado.

—Minho, ¿por qué no me lo dijiste antes? —preguntó Felix suavemente—. No tienes que ocultar tus sentimientos.

Minho finalmente levantó la vista y se encontró con los ojos de Felix. Había una mezcla de sorpresa y comprensión en ellos.

—Tenía miedo —admitió Minho—. Miedo de que no sintieras lo mismo y de que todo cambiara entre nosotros.

Felix dio un paso adelante y puso una mano en el hombro de Minho.

—Minho, nuestra amistad es importante para mí. Pero también lo es la verdad. Aprecio que me lo hayas dicho, incluso si fue de esta manera —dijo Felix—. Y, para ser honesto, me has sorprendido gratamente.

Minho sintió un rayo de esperanza.

—¿Eso significa que...?

Felix sonrió de nuevo, esta vez con un toque de timidez.

—Significa que quiero darte una oportunidad. No sé a dónde nos llevará esto, pero estoy dispuesto a averiguarlo contigo.

El alivio inundó a Minho, y por primera vez en mucho tiempo, sintió que podía respirar con libertad.

—Gracias, Felix. Significa mucho para mí —dijo, su voz llena de emoción.

Felix se acercó aún más y, en un gesto inesperado pero bienvenido, lo abrazó. Minho correspondió al abrazo, sintiendo cómo las barreras que había construido a su alrededor empezaban a desmoronarse.

Pasaron los siguientes días explorando esta nueva faceta de su relación. Salieron juntos, compartieron más momentos especiales y, aunque aún tenían mucho que aprender el uno del otro, sabían que estaban en el camino correcto.

Una noche, mientras caminaban bajo las estrellas como solían hacer, Felix tomó la mano de Minho.

—Sabes, nunca imaginé que mi admirador secreto sería mi mejor amigo —dijo con una sonrisa juguetona.

Minho rió suavemente. —A veces, las mejores sorpresas vienen de donde menos lo esperas.

Felix se detuvo y miró a Minho a los ojos, con una seriedad que rara vez mostraba.

—Minho, quiero que sepas que no importa lo que pase, siempre seré tu amigo. Y ahora, quiero ser algo más.

Minho sintió que su corazón latía más rápido, pero esta vez, no por miedo, sino por la emoción de lo que vendría.

—Y yo también, Felix. Estoy listo para lo que sea que venga.