18 de diciembre, 1993.

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- Dice usted entonces que se vio sumergido en lo macabro del asunto, ¿Estoy en lo cierto? - Inquirió el psiquiatra que me otorgaría el Estado días después de la escena, un hombre barbado y canoso, con los títulos rebosantes por sobre su cabeza.

- Así es, puede intercambiar palabra con el oficial, cualquiera reaccionaría así, usted mismo. No puede imaginarlo, realmente no puede.

- No es un interrogatorio, William, si me permite así decirle, solo procedo para, sabe, atenuar el trauma. ¿Quisiera decirme qué vio aquella noche? Si desea parar, así se hará. No está usted obligado a nada. 

- No podré ser exacto, me retuerzo de intentar describir el escenario entero, pero le contaré, doctor, le contaré qué fue de la pequeña Amelia esa maldita noche del 14 de...

- Disculpe que le interrumpa, ¿no se remonta el asesinato a una noche 15?

- Discúlpeme, doctor, los días se me mezclaron, he vivido en una comisaría últimamente.

- Entiendo, William, continúe. 

- Como le decía, esa maldita noche del 15 de diciembre.

WillDonde viven las historias. Descúbrelo ahora