𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗡𝘂𝗲𝘃𝗲: Carta

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La despedida con Tarō logró hacer sentir a todos mal, y cuando Wakabayashi anunció que él también se iría, especialmente los chicos del Shutetsu se pusieron tristes. Pero había algo más que el portero tenía que decir.

El viaje de él a Alemania, Himari a Italia y Lyna y Beniko a Gales.

Cuando esa confesión se dio hubo un momento de silencio mientras las palabras de Genzo se asimilaban.

Kisugi, apartado y con la mirada fija en el suelo, no pudo evitar sentirse herido. La revelación de que Beniko se iba sin decirle nada lo había afectado profundamente. No entendía por qué no le había confiado sus planes ni le había dado una oportunidad para prepararse para su partida.

Taki, notando el estado de Kisugi, se acercó y le puso una mano en el hombro. —¿Estás bien, Kisugi?

Kisugi levantó la vista, tratando de ocultar su malestar. —Sí, solo... solo necesito un momento.

Taki asintió, comprendiendo que Kisugi necesitaba tiempo para procesar sus emociones. Sin embargo, no podía ignorar la tristeza en los ojos de su amigo. —Si necesitas hablar, aquí estoy.

Kisugi se empezo a alejar de todos, corrió de regreso a su casa, sus pasos resonando en las calles vacías. El dolor y la confusión se mezclaban en su mente mientras entraba en su habitación, tirándose en la cama. Pasó un buen rato en silencio, mirando al techo y sumido en sus pensamientos. 

Finalmente, recordó que había acordado encontrarse con Beniko en el río. La desesperación por no haber tenido una despedida adecuada lo impulsó a levantarse y dirigirse allí.

Kisugi llegó al río con el corazón agitado y la mente llena de tormentas. Cuando vio a Beniko esperándolo, su primera reacción fue dejar que sus sentimientos salieran a la superficie. Su voz, cargada de tajante amargura, cortó el aire entre ellos. Observó cómo la sonrisa de Beniko se desvanecía y cómo su expresión cambiaba a una de sorpresa y dolor.

—Nunca pensabas decirme —le dijo, sin poder ocultar la decepción en su tono.

Beniko parecía no entender del todo el motivo de su enojo. Ella bajó la mirada, claramente afectada por sus palabras, y comenzó a explicar.

—No quería hacer todo esto más difícil para nadie, Kisugi —dijo ella, su voz comenzó a temblar.

Kisugi, en ese momento, sintió una mezcla de frustración y tristeza. No podía creer que Beniko no hubiera pensado en cómo esto lo afectaría a él. La sensación de estar excluido, de no ser parte de sus planes, era como una puñalada en el corazón.

—¿Eso es todo? ¿No te diste cuenta de cuánto me importas? ¿O es que simplemente no te importamos lo suficiente como para ser honesta con nosotros? —le reprochó, dando un paso adelante, incapaz de contener su dolor.

Vio cómo Beniko levantaba la cabeza. Su intento de disculparse, de explicar, parecía tan distante, como si no pudiera entender la profundidad de sus sentimientos.

—Kisugi, no es eso. Yo... —dijo ella.

Pero Kisugi no podía detenerse. La confusión y la decepción lo habían consumido. Su corazón se rompía con cada palabra que decía.

—¡Claro que es eso, Beniko! ¡Se supone que somos amigos, pero te alejaste de nosotros, solo tu familia y Tarō lo sabía! —exclamó—. ¿Cómo crees que me siento al enterarme por otra persona que quién me gusta se va? ¿Sabes lo que eso me hizo sentir?

Observó cómo Beniko retrocedía, visiblemente herida por sus palabras. El dolor en su voz la hizo parecer aún más frágil, y Kisugi sintió una punzada de arrepentimiento, pero estaba demasiado atrapado en su propio tormento como para detenerse.

Moonlight Sunrise | Captain TsubasaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora