Capitulo 1 🌃

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«Pasamos un tercio de nuestras vidas dormidos y puede que sea el tiempo en que nos sentimos más libres.»
—Amy Adams.

Natasha

La mayor parte del tiempo estaba enojada, pero no sabía con exactitud de dónde venía el enojo. Algunas veces se trataba de ser quien era, y de que nadie lo entendiera, o de que a nadie le importara lo suficiente para entenderlo. Otras veces se trataba de que ella misma no entendía quien era, no sabía lo que le gustaba o lo que quería; su vida parecía no tener rumbo y el tiempo se deslizaba entre sus dedos como arena en la playa.

No le gustaba quien era, sabía que no a todos les gustaba quien era, y hacía que su cabeza fuese a mil por segundo. Pensando y sobre pensando en todas las decisiones que había tomado en su vida, cuestionando si habían sido las correctas, o castigándose cuando sabía que no lo eran.

Podría decir que se odiaba a sí misma, y una voz dentro de su cabeza le hacía creer que era una mala persona. Pero ella era amada, Natasha Romanoff era muy amada. Más de lo que ella creía merecer, pero lo suficiente para que ella pudiese ser feliz. Aunque ese amor no le llenara.

Habían piezas que parecían no encajar en el rompecabezas, habían piezas que parecían ser parte de otros rompecabezas.

Y el enojo no era realmente enojo, era tristeza, pero la tristeza se había convertido en enojo.

Y el enojo ahora era todo lo que tenía.

Se encontraba en el colegio, con su grupo de amigos a su alrededor, sentados en las bancas a las afueras de la arquitectura. Había risas y bromas asquerosas de las que podía intentar reír un poco. Pero había molestia, había enojo, aunque no sabía de dónde provenía.

Su ceño estaba fruncido, y su mirada estaba perdida en algún lugar del suelo.

Un mano se poso por encima de la suya, que descansaba encima de su rodilla. Levantó su mirada y se encontró con ella, Wanda la miró durante unos segundos, con una pequeña sonrisa en la esquina de su labios.

—Todo va a estar bien—. Wanda murmuró en voz baja, para que el resto de sus amigos no pudiesen escucharla pero lo suficientemente audible para que ella la escuchara.

Se acercó a Natasha y le plantó un cálido beso en su mejilla. Ante su tacto, Natasha sintió que podía respirar. Podía sentir su cuerpo relajarse por la cercanía de la castaña.

Podía sentir un nudo formándose en su garganta, el cual trataba de ignorar con mucha fuerza, hasta que ya no pudo hacerlo.

—No lo retengas–. Wanda volvió a hablar, ganando su complega atención atención—. Puedes llorar.

De repente era como si no hubiese nadie a su alrededor, y solo estaban ellas dos.

Natasha rompió en llanto, sin una verdadera razón. Quizá era un conjunto de todo y de nada a la vez, pero lo única que sabía y tenía claro. Es que Wanda estaba ahí, y el que estuviera ahí apaciguaba el dolor de la que estaba sintiendo.

Dream Girl. | Wandanat. Where stories live. Discover now